contacto de sudores extraños, nos revolcamos sedientos de asco y fervientes de pestilencia, en el fango
unánime.- E. Cioran
Ya no creo en nada y me duele reconocerlo, me duele porque sé que no es verdad
y sin embargo desearía que lo fuera y, claro, ¿qué dice eso de mí? Nada en verdad, me
temo, pues creo que no soy nadie ¿Qué es Ser? ¿Permanecer, unidad de conciencia,
síntesis psicológica? Ahora mientras escribo soy escritor, pero también estoy respirando,
pensando, imaginando e inventando, luego no soy nada definido ¿un cuerpo quizás? Sí,
soy un cuerpo, pero no tienes manera de saberlo, bien podría ser una dulce ficción de
novela, un susurro retrogrado de entre tantos otros. Además el cuerpo no perdura y como
sustancia extensa que es tiende a la seguridad de las más finas y sutiles partículas
atómicas, hacia la gracia de la materia inerte de los fuegos fatuos. Somos nuestras
acciones, luego el ser es la acción. No la acción voluntaria, ni la acción racional, ni
sensible, toda acción, todo suceso es. Y nada más, nada más, nunca más. Nada nos
diferencia, en esencia, de un neutrino, de una enana blanca o de un ñu. Por eso me siento
elemental y divino, amén por aquél que recordó que somos polvo de estrellas, amén por
la gaya ciencia y los Simpson y las referencias entrecruzadas. Por eso no hay diferencia
entre un estado y un individuo y por eso he perdido mi fugaz vocación. No puedo decidir,
ni ser egoísta o ser virtuoso en moral, solo puedo actuar y tratar de no pensar demasiado
en su trascendencia. Aun así, se mantienen ciertas, digamos, “convicciones”, algunas
opiniones inconfesables en el ámbito público de mi tiempo. No creo que la libertad
individual sea buena, en general; ni tampoco alimentar la vanidad de las personas
mediante el mercado y el consumo. La igualdad en todas sus manifestaciones me resulta
no solo desagradable, sino extremadamente odiosa. La igualdad para mí es una persistente
molestia que pretende recordarme una y otra vez que soy igual a todo aquello que
desprecio. ¿Tolerancia? Una pomada abyecta que nos untamos en la inmensa herida que
dejó el alma al escindirse de la masa carnosa –blandurria y pegajosa- a la que hoy nos
aferramos desesperadamente. Por otra parte tampoco soy partidario de una moralidad
fuerte sustentada y legitimada por un fuerte poder absolutista, aunque en ese caldo se
cuezan los espíritus excelentes, en general. Añoro a los intelectuales y estoy harto de los
académicos y los mediáticos, de los grandes científicos universitarios que hacen al
hombre cada vez más pequeño ¿y dónde quedaron los genios? Aquellos genios capaces
de concedernos tres deseos, o uno solo, pero de verdad, es decir, de satisfacer el deseo.
Ninguno pudo pasar del siglo diecinueve. No he aprendido nada la verdad, nada útil
quiero decir. El sentido práctico se desvanece dolorosamente y yo con él; y me veo
forzado por misteriosas fuerzas de abismos insondables de los más lejanos rincones de la
humanidad a continuar, a seguir vivo y excluido de la vida. He ahí una tensión en la que
las acciones son dignas curiosidades para uno mismo.
Aquí estamos en el filo entre el infinito y la muerte, el hombre. El cansancio del
hombre, su lastre histórico exponencial, que en un suntuoso placer siento culminar. Siento
que lo voy a vivir, que aun sin sentido, ni inteligencia, ni amor, voy a vivir el apogeo del
hombre cansado de sí mismo. Y es que si a mi pesar he aceptado que no se puede volver
atrás, todos lo aceptareis. Llegará ese día en que os arrepintáis como gusanos miserables
de toda vuestra rimbombante felicidad de libro o televisor –y esa será vuestra condena y
mi deleite-. Ahora que siento el odio y escribo ese odio ¿sigo siendo simplemente un
escritorcillo del tres al cuarto o soy un hombre odioso? Nadie se salvará, dice el profeta
del apocalipsis secular, sin Dios, nadie se salvará, debéis saberlo, debéis recordarlo,
debéis salvaros por vuestra cuenta. La mayoría de nosotros nos conformamos con la
evasión, sea en forma de rebelión o de conformismo, ambos son igualmente ciegos.
Gracias a los tan admirados movimientos de mediados del siglo anterior esta ceguera
cobró un sentido de iluminación, de misticismo serio en gurúes pueriles y asquerosos. Les
quemaría vivos a todos: el Rey Loco ¡Quemadlos, Quemadlos a Todos! Cuan bellas
últimas palabras.
¿Quién cree hoy en día, en su auténtica esencia tal y como la he imaginado, en la
posibilidad de la acción? ¿No pretendemos con nuestro aislamiento psíquico creer en
acciones puras y desvinculadas, en la inexistencia de la ley de causa-efecto? ¡Qué
maravillosa pesadilla la nuestra, en la que somos lo único real, la única verdad, en nuestro
universo isla que apenas levanta un palmo sobre el nivel del mar cósmico! Huimos de la
reacción, huimos de la negación de lo dado y todo por lo que nos hace hombres, por
nuestro sueño: la sensación de no estar sujetos a nada, ni por supuesto, a nosotros mismos;
en una palabra: el poder de crear que nos ha sido negado.
Reconocer la presencia del mundo
implica aceptar nuestra muda sumisión
no podemos permitirlo
no debemos permitirlo
más no podemos evitarlo.
Olvidamos en los grandes textos
un origen impío y cruel
un recuerdo de muerte satisfecha
un amargo regusto a victoria
arañamos lo imposible.
Tenemos manos y algunos instrumentos
pero todo uso se escapa a nuestro esfuerzo.
La noche y sus ruidos me rodean
y tejen para mí un marco de desesperación
en el que puedo soñar y, de hecho, sueño.
Pertenezco a mi cuerpo, y él me pertenece
somos enemigos inseparables que se abrazan
en la larga noche de las bestias encerradas
en una habitación desenfocada, me pregunto:
¿Qué noche tendré lo necesario para suicidarme?
Esta noche no.
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Los recuerdos son, literalmente, una pérdida de tiempo
El destello del sol estival
en el rocío del jardín
es ciertamente bello
y la noche toca su fin.
No he escrito nada, apenas leído
la metafísica medieval me aburre
Dante juega con las bestias de la mañana
y yo no puedo tardar en irme a la cama
El mundo es cuanto menos, simple
sin embargo, el panorama no es tan sencillo
las plantas crecen, termino el puzle
el mar verde se desvanece en la brisa sofocante
Me he creído demasiado rápido la broma del sabio
en total ausencia de una prudencia clásica –práctica-
así es como se realiza lo incompleto
y así me he de adentrar en la pesadilla.
Bien podría ser
Una nota de suicidio.
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Tiendo un puente hacia un abismo
me represento la ilusión del extremo
su rostro desvela lo imposible
pero sus palabras extienden la nadería.
Jamás he dado un salto de fe
tal vez no sea justo con ella
espero que no sea por rencor
no quisiera ser yo su carencia.
David Álvarez García
El título me lo dijo todo pero antes de volver tuve que pasar por el baño.
ResponderEliminarEs imposible que a esta altura del año del siglo todavía se usen niños para que las películas parezcan más inocentes pero el único diálogo que se les dé siempre tenga que ver con la ropa qu está de moda o con alguna estupidez de extraterrestres o cosas que se alejan de lo que queremos ver en la tele: unos viejos JUGANDO A LOS NAIPES.
odos lo sabemos, lo sabían ellos antes de publicar la película y lo va a saber sus nietos dode sea que terminen sus vidas, probablemente en el bar antiguo de algún barrio bajo cercano a la orilla. La orilla de la locura de sus vidas innecesarias aburridas y monótonoas y aburridas denuevo.
El niño corría y corría y las escenas pasaban con bromas de mal gusto y a todos nos moló en su momento entonces tamoco te vengas arriba a decir que no tenés nada que agradecerle a britney spears porque bien que movías el culo cuando te tocó.
Cuando te tocó el alma.