Los follapalabras


-La pregunta es ¿para qué cantáis si no sentís? Kase-O-

Lo primero una pequeña nota a modo de prólogo. Este texto está escrito con algo de
terminología propia de un lenguaje filosófico, con su característico caos. He intentado
hacerlo lo más llevadero y sencillo posible con vistas al lector no interesado por la
filosofía. No obstante, temo haber fracasado estrepitosamente. Esto es un ensayo
metafórico en clave de ritmo sobre el pilar de toda mi filosofía –el sentimiento-
aplicado en el campo de la musicalidad literaria en todas sus formas. Sin más
preámbulos os dejo con mi reflexión de este mes.

El ritmo es la definición de cada cosa. Hay quien siente el ritmo en todo y hay quien no
ve ni el ritmo de lo que le rodea. La música¹ es ritmo puro en potencia, mientras que
las palabras son ritmo contaminado en acto. Los hombres somos un poco de música y
un poco de letras, y tenemos ese doble ritmo que tantos problemas nos da, entre
otras muchas mierdas. Las palabras son un producto puramente humano y por tanto
tienen esa doble rítmica caótica. La música, en cambio no creo que sea un producto
puramente humano, es humano sí, pero no por necesidad. La música tiene ese espíritu
sin significado que la hace la máxima imagen de la idea de armonía universal; es el
sinsentido por antonomasia. En el ritmo de la música no participa el entendimiento, es
expresión sentimental pura. Si pensamos en una sinfonía de Beethoven por ejemplo,
vemos como está ligada al cerebro humano por los instrumentos que requiere o por su
manifestación de hecho que necesita de unos intérpretes.
Pero no estoy hablando dela música, sino del ritmo que domina en este objeto
particular de la existencia. Y eseritmo tiene total autonomía respecto del
entendimiento. Sólo soy un enamorado de lamúsica y como tal pretendo entonar una
apología de su espíritu, liberándolo de la maquinaria racional del hombre. Dije
al principio, que la música es ritmo puro enpotencia. La pureza de su ritmo ya he
intentado denotarla excluyendo al entendimiento de su producción y de su existencia
misma. Cuando decimos que algo es en potencia, pretendemos significar que no ha
llegado a culminarse o a producirse.Es algo que “está en el aire” por así decirlo, algo
que intuimos que va a ser la hostia pero que todavía no sabemos si lo es –creemos que
 lo será.- Por ejemplo: las palabras son potencialmente infinitas porque según su estructura
 y sus reglas básicas podríamos formar infinitas combinaciones a las que dotar de un
significado. La rítmica musical tiene ese halo de eternidad de las potencias, pero no sólo en
su extensión, también en su misma esencia. Es algo que nunca se termina de completar, porque
conceptos como empezar, terminar o completar no tienen cabida en algo infinito. Por
otro lado, cuando decimos que algo es en acto o de hecho, decimos que es algo real
que existe en el mundo “sensible” y podemos conocerlo, definirlo, darle un significado.

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¹Cuando utilice la palabra “música” de aquí en adelante me referiré a música instrumental, más adelante
hablaré de la música con letra.
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Pues según esto, el ritmo de la música pura es algo en potencia porque no podemos
darle un significado ni medianamente objetivo. Si que podemos encasillarlo dentro de
unas escalas hechas según la medida de nuestro sentido auditivo bajo la atenta mirada
del entendimiento, pero entonces perdería la pureza rítmica, y entonces ya estaríamos
hablando de otra cosa. Lo que quiero haceros ver, lectores, es que el carácter puro del
ritmo musical –que se que todos, al igual que yo, sentís en mayor o menor medida- lo
determina a la categoría de potencia. Claro que hay canciones que podemos escuchar
y escribir en un lenguaje musical, pero eso no capta el espíritu puro del ritmo de la
música. Esa humanización no es de lo que estoy hablando, hablo de lo que se siente al
escuchar la música, de esa especie de avalancha sentimental que nuestro cerebro es
capaz de traducir en infinitos pensamientos, en virtud de las infinitas circunstancias de
la vida. Si quien haya leído hasta aquí no ha entendido de lo que hablo, que vuelva a
empezar o que deje de leer. Un genio de la música con leer una partitura ya es capaz
de escucharla en su cabeza, y eso precisamente le convierte en genio, ni siquiera
necesita los sentidos para sentir. La música pura es algo más natural que la producción
musical del hombre –que se lo digan a los animales,- y sí, podrán llamarme metafísico,
pero la verdad, me la suda.

Dejo atrás el ritmo de la música para adentrarme en el ritmo lingüístico por llamarlo de
algún modo. La expresión que utilicé al principio fue “ritmo contaminado en acto” y las
palabras “contaminado” y “en acto” son una tautología² en el mismo sentido que lo
son en la anterior expresión las palabras “puro” y “en potencia.” Las palabras
necesitan del entendimiento para formarse. Con la información que nos aportan los
sentidos, retenida en la memoria y analizada por el entendimiento se produce el
fenómeno de la lingüística, el fenómeno racional por antonomasia, o dicho en otras
palabras, nuestra denominación de origen. No son puras en el sentido en que son
puramente humanas a diferencia de la música. Esta contradicción de pureza se
resuelva con la aclaración de que el género humano no lo consideramos algo puro,
pues de sobra sabemos que nuestra existencia es confusa y perniciosa a la par que
divertida y fascinante. La pureza se caracteriza por su pulcritud, por su belleza
inefable, por trascender nuestros límites. Por tanto algo que sea medianamente
humano, por definición de humano, no será puramente puro -válgame la redundancia.-
Pero al principio también dije que el ritmo es la definición de todas las cosas, con lo
que se entiende que todas las cosas, tanto individualmente como en conjunto, tienen
su propio ritmo y los humanos no íbamos a ser menos. No voy a reducir al género
humano a la característica que lo distingue, pero sí que diré que en nuestro ritmo lleva
el tono dominante la razón. Las palabras por tanto, al ser hijas del entendimiento y de
los datos sensibles captados de la naturaleza tendrán parte de ritmo natural y parte de
ritmo racional. Pero los datos de los sentidos están necesariamente ligados al aparato
racional, o lo que es lo mismo, no podemos conocer/sentir la realidad en sí (si es que
existe algo que entre dentro de esta definición). De esto ya dio buena cuenta Kant,
para bien o para mal. El caso es que en el ritmo de las palabras domina la rítmica
humana, por encima de su rítmica natural. Por tanto creo que queda claro a lo que me
refiero al decir que el ritmo de las palabras está contaminado; está contaminado de
humanidad, un germen bien peligroso.

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² Repetición lógica.
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Pasemos ahora a la segunda parte, al “en acto.” Si habéis seguido el razonamiento
anterior de la música pura, podéis imaginaros por dónde va la senda del destino
de este argumento. Decíamos del ritmo de la música que pese a poder capturarlo
dentro de un lenguaje, ese lenguaje no aporta un significado al ritmo, sencillamente lo
encorseta dentro de unos trazos distinguibles por el entendimiento humano, supongo
que en pro de su conservación. Esa parte que se nos escapa es la que convierte
al ritmo puro en algo potencial. Las palabras, en cambio, al ser producciones del
entendimiento humano poseen un significado, por lo que su ritmo se compondrá del
ritmo de lo que signifiquen y del ritmo de su forma. El ritmo de su forma es el padre de
la poesía; de la rima y de la musicalidad de las palabras –una expresión bien ilustrativa
de lo que dicho anteriormente.- El ritmo de significado, es complicado ya que los
significados son más traicioneros que lo meramente formal. El significado de algo es
la abstracción racional de los datos empíricos de ese algo, introducida posteriormente
dentro de un vocablo. Y en el ritmo de este proceso humano, hay un salto insalvable,
es algo que se nos escapa y precisamente por eso las palabras también tienen esa
potencialidad que antes mencioné –potencialidad meramente extensional.- Pero, y
aquí viene lo importante, el ritmo de las palabras se siente por su significación y su
forma en unas circunstancias concretas; en un aquí y sobre todo en un ahora. No es
un ritmo que dependa de la potencialidad, es un ritmo en presente por así decirlo.
Un ritmo en el que prima lo que creemos que es por encima de lo que creemos que
pueda llegar a ser. De ahí la versatilidad de la poesía, ese baile entre el presente y
el futuro, entre el significado y la forma, entre la belleza y la verdad. El ritmo de las
palabras es “en acto” porque está determinado por el tiempo, o lo que es lo mismo
está contaminado de humanidad, de finitud… de muerte.

Realmente lo que quiero transmitiros con estas palabras es que la esencia del ritmo
de la música pura es el sentimiento, mientras que la esencia del ritmo de las palabras
es el entendimiento del sentimiento/sensación. También en las palabras existe el
ritmo musical; que es sino la poesía, esa dulce perra que nos seduce y nos atrapa. Pero
la poesía, como todo, tiene su ritmo propio hijo del ritmo de las palabras y el ritmo
musical puro, tiene ritmo de sentimiento y ritmo de significado. Casi me atrevería a
decir que la poesía es ritmo contaminado en potencia, es jodidamente humana por
necesidad, pero tiene la potencialidad infinita y autónoma de la música. La poesía es
una pseudopurificación de las palabras. Las palabras en conjunción con una melodía
instrumental, es decir, el 80% de la música de hoy en día, también gozan del carácter
purificador de la poesía. Pero este ritmo ya es mucho más complejo al depender del
ritmo de la música, la calidad del vocalista, del ritmo de la letra, del significado de
la letra, etc. Pero una buena canción³ -es decir, con un significado acojonante, una
música bestial, y una poesía elegante- es mucho más purificadora que un poema al
estar la pureza del ritmo musical más presente que en un poema.

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³ Con canción me refiero a la conjunción de música instrumental y letra.
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El título es una metáfora rítmica, como lo viene siendo todo este texto. El sexo, por
supuesto, también tiene su propio ritmo. Un ritmo más animal que humano, hijo de
la evolución y el deseo. Por supuesto los humanos tenemos que dejar nuestra huella
en todas partes, y hemos creado una especie de primo del sexo, llamado amor. Pero
no voy a meterme en estos barrizales en este ensayo. Sólo diré que si tuviese que dar
un nombre musical al ritmo sexual, éste sería Funk. Y de ahí el título: los follapalabras.
Se me ha ocurrido esta tarde mientras escuchaba música caminando por mi ciudad,
pensando y sintiendo, y he sentido que era un título cojonudo para dar a entender
como me siento respecto a mi literatura –y a la de algunos queridos compañeros- y a
la esperanza de mi ritmo… pero es tan complicado cuadrar el ritmo humano al ritmo
funk… demasiada razón. Las palabras son polvazos potencialmente infinitos para quien
sabe follárselas, para quien sabe de ritmo. Un compañero y gran amigo escribió “para
liberar al mundo hay que follárselo”… con pocas frases podría estar más de acuerdo.

Termino dogmatizando lectores para mi nueva secta apostando mi propia vida -algo
mucho más valioso que mi mera existencia- a que la clave de toda filosofía, toda
poesía, toda ciencia, todo arte, toda literatura, toda relación personal, todo instante
pasado, presente y futuro, todo lo que tenga que ver con el hombre directamente, es
a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, (sin no),
so, sobre, tras, durante y mediante Los Sentimientos. Los sentimientos son la potencia
de nuestro ritmo.

David Álvarez García

2 comentarios:

  1. Simplemente: maravilloso.
    Totalmente de acuerdo, espero que nunca lleguen a empozoñar con su "cordura"ese aura melódica que rodea tus palabras, que mas allá de parecerme curiosa y cautivante, me envuelve en un cálido manta de esperanza en la humanidad.

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    1. Muchas gracias por el comentario. El apoyo es un aliciente para seguir dejando en palabras una vida que aun no ha dejado de latir. Gracias de nuevo.

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