Nº38


MAYO 2016

Nota editor.

Supongo que muchos de ustedes, nuestros queridos lectores, no comparten ahora, la situación que voy a tratar, pero, independientemente del tiempo en el que se encuentren, seguro que la comparten en sus pieles. Ahora muchos de nosotros, a los dos lados del papel de esta revista, vivimos como si vivir nos molestara. Despreciamos las sacras actividades de dormir, comer, e incluso, de relajarnos. Vivimos con los colmillos temblando por el hastío, pero con ellos bien a fuera; sino pregúntele a cualquiera. En estos tiempos en los que uno soporta, por su propia acción, un peso semejante, tiende a confundir las cosas, a mutar lo urgente por lo importante. Cuando lo urgente avanza imparable en la escala de prioridades uno tiende a confundir su camino con algo lejano, ajeno, y a las cosas que en él halla como infieles trabas.

 Sin embargo, no hay mejor para deshacer un gran problema que conocerlo en profundidad. Lo que está claro es que esta situación sólo es buena cuando acaba, por ello, buscar un camino diferente que nos permita encajar lo urgente en lo importante se aparece como una alternativa necesaria.

Nosotros, por nuestra parte, seguimos el dicho que dice: A quien continúa a tu lado en exámenes, nunca has de perderlo.
Aquí nos tienen, treintayocho ya, sin sombra de duda.

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