QUÉ PAÍS ÉSTE

-¡Qué país!-

Qué país éste que
inmóvil contempla
como Saturno devora
a sus hijos, como, sobre
la tumba de los más nobles
se traiciona cada gota de sangre
y con las manos desnudas y vientre
lleno de polvo se alza la mirada al cielo
y se exclama llorando ¡vuelva usted padre!

Qué país éste que
todavía duda de la virtud
de ser uno de sí dueño,
aún caminando de la mano,
en el que se teme el quebrar del suelo,
sin atender al desierto que es el asfalto.

Qué país éste en el que
todavía algunos, ya
viejos y vacíos
no pueden alzar
la mano al viento
porque a sus certezas
de agua vendieron
el brazo.

Qué país éste en el que
los nuevos que saltan
ya nacen cansados,
en el que la prisa
y la vil esperanza
dominan corazones
aún no formados.

Qué país éste del que
el orgullo no para de fluir,
del que nada malo puede surgir
menos todo lo que camina
y de sí mismo no sabe rendir.


-Nación somos todos-

Y todos nación somos,
todos fuertes, capaces,
ágiles y hábiles, con calidez,
con ideas, con orgullo,
con rabia y fiereza.

Todos con dientes,
con voz y millares
de ojos, con manos
que sostener, con hijos,
con hermanos y novios.

Ahora que empiezan
a despertar los coros
y temen los antiguos
que sea falsa la planicie
del globo, ahora que
empezamos a ser todos,
ahora, mirémonos a los ojos.

Mirémonos y no apartemos
la mirada, acerquémonos
y no soltemos las manos que
ahogan por fuerte que sea el
calor, ahora, nos toca crear
aquello que el rugir hirió.

No despreciemos el camino
elevado, juntos sin un dios,
sin un padre, sin un icono
que soporte tanto dolor.

Ahora que amanece abramos
los ojos, desperecemos despacio,
no se caiga el horizonte,
sigamos a la par, sin el miedo
que esconde el día, hablemos
y construyamos, Roma
no sólo no ardió en un día.

Carlos Esteban González

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