JULIO DE 2015

VIGESIMONOVENO NÚMERO


Nota del editor.

I'm back! I'm back in the saddle again, que diría Steven Tyler. Disculpen la
demora y disculpen también el descuido, ya que futuras generaciones desconocerán las
circunstancias en las que se produce este número y dirán ¿de qué demora habla? Sé que
muchos de ustedes llevan una vida común, con unos horarios vitales cercanos a lo que
cualquier programador de televisión maneja a la hora de decidir quién debe ocupar el
espacio que presumiblemente tiene más share. El ocio, como muchas otras divisiones
del tiempo moderno, es más un acuerdo personal con el resto que un estado objetivo.
Dentro de las implicaciones que se le comprenden, cómo que en tiempo de ocio el sujeto
que disfrute de él puede hacer como que no tiene obligaciones, los demás sujetos han
de respetar esa libertad, dentro de ella el sujeto puede elegir con que actividades
ocuparla de forma independiente, a quién dedicárselo… hay una serie de disposiciones
psicológicas que diferencian la actitud de un mismo individuo en tiempo, por ejemplo,
de trabajo, frente al tiempo que ahora nos ocupa.

En tiempo de ocio uno parece que está obligado a aliviar las presiones que sobre
sí mismo se produce para continuar esforzándose a un nivel estable, para continuar en
alerta hacia su medio para comprender y responder con eficacia las demandas que éste
pueda realizarle o para evitar descansar en momentos indebidos. Ese relájate que nos
dice el amigo preocupado que nos arrastra del ruido hacia una caña de terraza resume
el tipo de disposición psicológica del que queremos desprendernos y, de igual forma,
refiere y comprende el estado psicológico al que queremos llegar. Lo que he
comprendido es que este estado y el otro, la tensión y la relajación, presenta ambos
cosas beneficiosas para ambos estados de actividad, el trabajo y el ocio, por lo que no
son buenos en exclusividad para ningún caso. Por ello, les insto a que descubran bien la
relajación en el ocio y se la lleven a todos los márgenes de su actividad, que la tensión
es siempre más difícil de soltar. Veintinueve ya, exuberantes, así, de vivir y gritar.

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