grandeza de su Rayuela; libro de libros, La Biblia profana o La Biblia de la escritura
moderna. Junto con el Ulises de Joyce, uno de los libros más sintéticos, exactos y limpios
en cuanto a la escritura y sus múltiples variantes. No hay ningún tipo de prosa que no
aparezca ya en alguna de estas dos obras de culto para los amantes de la literatura.
Por eso y para su merecido homenaje he decidido escribir un texto basado en un método
de escritura que Cortázar presenta en uno de sus capítulos. No conozco el nombre técnico
de este método, ni siquiera sé si tiene un nombre. Consiste en la fusión de dos lecturas
paralelas en una sola de modo que la primera aparece en las líneas pares y la segunda en
las impares. En el libro de Cortázar la primera lectura pertenece a un libro de Pérez Galdós
que Horacio, su protagonista, el de Cortázar, ojea en un determinado momento de la
narración. Y la segunda relata las reflexiones que éste tiene durante el ejercicio de lectura.
Siguiendo con ésta fórmula, en mi texto, en las líneas pares transcribo literalmente,
palabra por palabra, el séptimo capítulo de Rayuela, de una infinita belleza. Y en las líneas
impares el lector se topará, casi sin quererlo, con el caudal de ideas que afloraba en mi
mente durante la lectura de este capítulo.
*****
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de
Cuando en la vida no hay algo verdadero que seguir buscando, negativa tras negativa mi
mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos seguir
buscando, algo por lo que se es capaz de buscar bajo la lluvia, bajo el incesante para
deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que sol de
agosto, bajo la nieve y bajo los misiles, bajo las críticas y los insultos, bajo las mi mano
elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad piedras,
cuando no hay nada verdadero con lo que conectarse al mundo, algo que de elegida por
mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco verdad merezca
la pena, ya sabes lo que digo, gracias a dios que estoy loco, algo a lo comprender coincide
exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano que agarrarse con
fuerza una vez se ha conseguido, aunque sólo dure unos segundos te dibuja.
[agarrarse con fuerza, no querer soltarse porque caer es el vacio, la fiebre un estado de
ánimo, algo.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos
así como un éxtasis, un aroma que resulta familiar, un precioso acorde, son esos los
miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se verdaderos
momentos de remembranza, las auténticas remembranzas que la filosofía superponen y
los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y amplía y
desarrolla y deforma y distorsiona para hacer del virtuosismo y perfección de luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los [su forma un
contenido de deberes y progresos y promesas hacia delante siempre hacia dientes, jugando
en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y delante y aún así
siempre llegando tarde, las verdaderas remembranzas por las que se un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la escriben elegías
y odas y églogas y salmos y novelas y en fin la literatura, aunque su profundidad de tu
pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores posesión cause
hastío y tedio y su búsqueda dolor y frustración que juntas forman la o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es desesperación,
tan dolorosa, la desesperación, tan frustrante como el agua que se nos dulce, y si nos
ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa escapa de las manos,
algo tan verdadero que no sea necesario mostrarlo, tan verdadero instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo que su descripción resulte
trivial, cuando no hay ese algo verdadero que seguir te siento temblar contra mí
como una luna en el agua.
(En este momento se pone fin a la primera narración mientras la segunda se desata en
toda su finitud y en toda su radical permanencia)
buscando, algo a lo que dedicar toda una vida porque había que dedicarla a algo, porque
la vida pasa y pasa y cuando quieres darte cuenta ya te está adelantando, dictándote los
números de las farmacias de guardia más cercanas y sonriendo, siempre sonriendo porque
la vida a veces sonríe y otras se ríe de ti y otras te hace reír y muy pocas te suelta una
carcajada, y mientras el pensamiento hace abstracción de la hoja en la piel e inventa la
conciencia de cuchilla, la conciencia de cuchilla que es la conciencia del dolor, la
conciencia del dolor que es la conciencia del paso del tiempo, la conciencia del paso del
tiempo que es la conciencia de la muerte, conciencia de una vida, una vida que había que
dedicarla a algo, porque qué dirían de ti si no lo hicieses, qué los viejos por las plazas si
no buscas un trabajo al que dedicarle ocho horas diarias, qué las señoras tendiendo trapos
sucios desde las ventanas si no te vendes al banco y compras una casa de la que hacer tu
castillo, fíjate tú la paradoja, venderse para apropiarse de sí desde fuera de sí es decir
desde el territorio propio que no es propio pero aspira a serlo, quizás ese algo tan
verdadero por lo que merece la pena seguir buscando sea salir de sí por fin y para sí, como
en el Gran Circo en el que los payasos y los equilibristas fuman detrás del escenario,
fuman esperando que les llegue su turno, salgan y ocupen el centro de la carpa el centro
de todas las miradas, salgan y sean para sí pero no en sí porque no se reconocen, no se
reconocen en las risas ni en los dedos señalando, no se reconocen mientras cantan Somos
los hombres huecos, Somos los hombres rellenos apoyados uno en otro apoyados uno en
otro salen de sí, se objetivizan en otros yoes, quizás salir para volver más-fuerte-más-
potente-y-más-inteligente, quizás salir de sí equivalga a no haber sido nunca Uno Mismo,
o quizás ese algo tan verdadero sólo sean las ganas de llorar de risa o de romper a reír o
de romper a llorar y quizás llorar de risa no sea muy distinto de romper a reír y mucho
menos de romper a llorar, llorar y reír, los dos únicos sentimientos por los que vale la
pena desquebrajarse, la felicidad y la tristeza, ya lo dijo alguien antes que yo, antes de mi
búsqueda eterna hacia ese algo verdadero del que cada vez dudo más y cada vez tengo
más miedo, tengo tanto miedo de encontrarlo, lector, tanto miedo de no encontrarlo nunca
y de buscar día y noche, día y noche siempre lo mismo, hay que elegir, dicen que hay que
elegir, tanto miedo de abandonar mi búsqueda, no hay extensión más grande que mi
herida, de rendirme en esta carrera contra mí mismo y contra el tiempo, tengo tanto miedo
de reconocerme en otros, tanto miedo de dejar de ser yo que me abrazo con rabia a mis
virtudes y a mis defectos haciéndome sangre, arañándome la piel me aferro a mí para no
dejar nunca de ser yo y aún así todavía me aborrezco, para no dejar nunca de vivir esta
vida que me ha tocado vivir y de la que tan desdichado me siento, esta vida que espero
alguna vez se cruce con tu vida y se hagan por fin Una las dos, por fin un Uno Enamorado
que le dé un sentido al existir que no encuentro todavía, querida, no encuentro en nadie
sólo en ti que tanto y tan fuerte te busco, sin conocerte te busco, lo juro, busco eso tan
verdadero que llena de sentido todo mi padecer en este enorme París, metáfora de vete tú
a saber cuántos poetas como yo que buscan no-perderse, yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita, pero yo no sé qué es no-perderse porque perderme es vivir
y vivir es pérdida, es balance de daños y total de deudas, valor de cambio, sólo valor de
cambio, y por eso persigo tu sombra olvidándome de la mía, doblo la esquina esperando
encontrarte al otro lado, que los dos tropecemos estúpidamente como en las películas que
proyectan en ese cine tan abarrotado y en el que yo me siento tan solo que me tengo que
marchar a mitad del visionado porque no me aguanto un minuto más, querida, vivir es
fácil y a veces casi alegre, y enamorarnos también estúpidamente porque esos son los
verdaderos amores y llenarnos el uno al otro y querernos y hacernos el amor y no salir
jamás de la habitación donde nos queremos tanto, quizás decorarla con algún cuadro y
con alguna estantería que llenaremos, seguro que llenaremos, de libros y más libros que
los dos sabemos que jamás leeremos pero, ya ves, nos hace tan felices contemplar la
biblioteca repleta que, yo me ocupo de lo segundo y tú de lo primero ¿vale?, me miras,
de cerca me miras, y contarnos despacio todas las prisas, agotados todos los deseos,
hablar, hablar durante horas de todo lo que buscamos por separado, de todo lo que
pretendemos para el futuro, de todo lo que hemos visto y siempre quisimos ver y nunca
pudimos ver y alguna vez querríamos ver y de cómo poco a poco vamos cayendo en la
rutina, en la rutina de la vida en pareja que es lo único que queda cuando el amor ha
desaparecido entre el polvo mas serán polvo enamorado y las colillas, y criticarnos
sutilmente, enfadarnos cada dos por tres es igual a seis y echarnos en cara todas las
posibilidades que nos hemos ido negando y pelearnos y alejarnos y distanciarnos el uno
del otro por siempre y como siempre, volviendo a ser dos uno y uno pero ya no Uno
Enamorado, el eros se marchó y nos dejó con su interminable vacío, con su interminable
vacío que vino a completar la filias, pero tan raquítica es la filias que ni en posición de
ataque completa todo lo abandonado por el eros y viene el ágape a echarle una mano y
ni esa mano ni todas las manos de pintura que se me pongan encima serán capaces de
camuflar todo el daño que nos hicimos, y tendrías que verme ahora aquí, mirando durante
horas los cuadros que juntos compramos y que ahora no tienen ningún sentido, los he
tenido que tirar por el balcón, creo que golpeé a alguien con uno de ellos, y yo mientras
tanto volviendo de nuevo a la búsqueda de aquello tan verdadero sin lo cual la vida deja
de tener sentido, aquella referencia que hace entrar en concordancia lo que pensamos y lo
que hacemos, lo que deseamos y lo que poseemos. Toco tu boca… Desear - Interpretar -
Poseer - Apropiar(se); humo todo lo que queda.
Eduardo Gutiérrez Gutiérrez
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