Nº20
Nota del editor.
De esto que uno corre y uno se piensa tierra. De esto que el que corre salta, que el que
corre vuela. Velocidad, es lo único que espera, lo demás agoniza en la acera. Aclaren su
mente, si aún pueden. Vomiten todo lo que les queda, traten de soltar tanta mierda
que su salón cobija, que sus ojos no alejan. Información, dicen, así se llamaba su
abuelo. El nieto, destronado, rebuzna más que se queja, mantiene a todos juntados, a
la izquierda y a la derecha. Nada que aquí diga difiere de toda la mierda que escucha la
calle, que mis labios ya reptan, recogen del suelo y ya está.
Qué decir de un octubre fundido con todo un septiembre ya lejano, perdido y en renta.
Piénsense como gigantes sin rienda, con todavía a medias la cabeza, con sitio de sobra
para sentirse pequeño y de cera. Busquen en esa inmensidad su sino, su naturaleza y
destrúyanla entera, dense muerte, dense espera. Entren con pasos nerviosos en su
nueva e inconmensurable cueva, todo eso libre es su vida, que de velocidad espera.
Ya van veinte, en nada me coge y me llega, así viven gritando los que vuelan.
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