Ciudad de la Cárcel Musical.

No desesperen,
la verdad es lo que temen.

Oigo hablar al revés
a las paredes. No puedo de ellas
hacer acordeones de papel
que al menos
sofoque
esta angustia.

La guerra
se desata en la cocina
y mi sopa
está fría – Me quedé contemplando
el gorjear de un pájaro,
su sonido era aguardiente
como estas sucias palabras,
encadenadas a la ciudad y su asquerosa boina
de humo.

Mi ciudad es gris, llena de brumos,
de un león de disfraz
con colmillos de cristal y huevos de oro;
de vida errada
como decía ese bigotudo,
pues las notas en estas calles no suenan,
condenadas, de por vida, a la trena.

Vendiéndome a su dinero
lo frena. - Del pedestal
no caerá ni en mil años,
hasta que muera
o nuestra voz lo emparede
en el corazón del pentagrama.

No es león de sabana
Ni de alma bermella – Sueño con una ciudad bella
y de colores,
echémonos a la calle, tengamos cojones.

Andrea Villar Lamas

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