La Triste Figura del Guerrero que Dejó sus Armas.


El guerrero está solo,
en su cartel pone
que le pesan
las calles.

Dejó sus armas
y se pasó al esmoquin.
No hay llagas
en sus manos,
encogido de hombros
diseñó su Tierra:

Del hollín de sus pulmones
nacieron las nubes;
se sacó los ojos,
sin necesidad de
hijos o cuervos
y los colgó del techo:
Sol y Luna
pendían
de su mundo
maltrecho,
al que le llamó
Vida.

Inventó falsos y feroces animales,
mujeres de compañía
y grandes abrigos
para tapar sus heridas.


Amor, felicidad…
¡Qué alegría!
Si hasta parece de verdad
si no fuese
porque las alas de cera
se derriten con el sol,
y sus restos inundaron
este falso mundo.

Salud hermano,
brindo por ti y tus
seudónimos, pero ya
no vivimos en la era
del vacío
o del lleno,
sólo somos sin herraduras
ni dientes afilados
(que no por ello menos feroces
o domesticados)
y sentimos, si , sentimos
sin utilizar la palabra.

Salud hermano
y feliz viaje,
yo sigo aquí,
donde siempre y donde nunca,
escalando mi propia
montaña,
ahí donde tiraste tus
armas.

Palabras…¿Dejar de escribir? Es muy temprano, dejaré de bramar letras cuando me
sepulte la tierra, dejaré de insultaros cuando os lo merezcáis.
Mezquinos, hipócritas…Con distinta careta pero misma goma que os la sujeta - ¿El
qué?

Mi
culo
no le encero
por vosotros

Tú a tus historias
y yo a mis letras,
pero un aviso: No me
trates de convencer.

El duende verde
baila a
su
son,
no tratéis de
atraparlo,
ilusos.

Andrea Villar Lamas

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