Es el tiempo de la poesía.


Este poeta tiene un dolor y el poema será su último salto en caída libre sobre las fauces del lobo que aúlla porque el hombre le ha robado su casa y Zaratrusta ya no escucha. Jamás lo hace.

Este poeta escribe lo que siente y siente furia. Siente furia al ver todas vuestras putas sonrisas iluminadas por el resplandor de las coronas que os fabricasteis después de inventar el poder y como
escudo la palabra. Juro que bailaréis con los muertos y estos dedos serán los hilos que os muevan hasta destrozaros los huesos, porque habéis ocupado un mundo que no os pertenece y señaláis con el dedo fuera de él, prometiendo a ese viejo que tose por las esquinas y cuyo presente está sumido en la miseria un futuro de libertad.

¡Vuestra maldita prepotencia se traduce en ignorancia, pues si se promete libertad es porque antes no existía, hijos de puta!

Este poeta tiene un dolor y su poema es el bálsamo con el que todavía alienta a una revolución cabreada que se ata bien fuerte a las manos los lapiceros. Hemos conseguido arrinconar vuestra mentira con cientos de versos y ahora viene este poeta a darle la estocada final. Vais a ser pasto para todos los fantasmas que inventasteis para no dejarnos sacar la cabeza por fuera de la sábana y poder ver así este circo en el que ya no crecen los enanos sino los payasos. Que sepáis que hace mucho, mucho tiempo, vuestros ridículos tijeretazos nos dejaron sin comida para estos fantasmas.


¡Alimentadlos ahora vosotros que también son vuestros hijos, aunque no tengáis ni puta idea! Son el germen que creció más allá de las pelusas, la mierda que nadie se atrevió a limpiar cuando todavía estaba fresca, el cadáver que dejasteis en la puerta de nuestra casa prometiendo tirarlo algún día a la basura. Ese día, claro está, jamás ha llegado.

Este poeta y su poema (aviso) van a cargar contra el muro de vuestros ideales, que hoy son de goma; moralistas de lo absurdo, dogmáticos de pacotilla, asesinos de la voluntad libre, débiles ocultos en la fe, buscadores de igualdad, portadores de una verdad que no existe más allá de los folios de vuestra praxis.
No compréis al pueblo con morales ni razones, que nosotros sabemos que detrás de esas máscaras no hay verdades ni mentiras porque no existen. Esas máscaras ocultan la debilidad en la que crecisteis y sacan a la luz todos los miedos que de pequeños os acorralaban en el patio del colegio. Tened cuidado, porque el pueblo ha sido brutalmente apaleado hasta el punto de no reconocer al asesino del suicida.
Salid a la calle. Vamos, salid a la calle y mirad el odio que asoma en los ojos de la gente. Estáis jodidos, muy jodidos, si creéis que todavía nos atemorizan vuestros contratos de propiedad privada. De acuerdo, nosotros luchamos contra todo eso que habéis creado para someternos, pero vosotros lucháis contra la poesía. Y eso, amigos míos, es algo contra lo que no estáis preparados.

Ahora mismo os vais a tragar toda nuestra mierda y todas las canciones tristes que imaginamos para poder recorrer mejor este valle de lágrimas. Vais a tragaros todos los males que vertisteis sobre
nosotros hasta que se os desencajen las mandíbulas. Este poeta ha perdido el miedo a las ratas a base de convivir con ellas y juntos preparamos este poema que escupirá contra toda ley que se
ponga por delante de nosotros.

Estáis jodidos... Estáis jodidos porque nosotros estamos dolidos.
Este poeta tiene un dolor porque le duele la ceguera de vuestras creencias.
Este poeta tiene un dolor y el poema será vuestra tumba una vez que entierre la moralidad de vuestros actos y la prescripción que no tiene nombre y que es el arma de control con el que movéis la montaña del lobo, aplastando al anciano y a la serpiente.
Del nido de serpientes nacerá la mujer sin rostro que dé fuerza a este poeta que ahora tiene un dolor y su poema quebrará algún día la vaciedad de vuestro pensamiento con sentencias acompañadas de
puñetazos en la mesa.
Esa mujer sin rostro, queridos malnacidos, es la poesía. Y este poema, vuestra cárcel.

Eduardo Gutiérrez Gutiérrez

No hay comentarios:

Publicar un comentario