LIBERTAD VITALISTA-RELACIONAL EN SIMMEL

Eduardo Gutiérrez Gutiérrez

En este artículo quiero tratar la idea simmeliana de libertad en un contexto ontológicovitalista; esto es, no vinculado a su filosofía moral y su idea de ley individual -aunque es innegable la presencia de esta noción-, sino más bien a sus ideas últimas -el escrito del que están sacadas estas ideas, Sobre la libertad, fue publicado después de su muerte-, desarrolladas en un contexto de pensamiento en el que la filosofía de la vida acapara todas sus reflexiones y temas de análisis. En este sentido tenemos que tener en cuenta que Simmel concibe al hombre como vida individual, y por tanto como un proceso psíquico, anímico o emocional continuo y dinámico, en el cual no pueden diferenciarse momentos o fenómenos abstraídos del todo vital que los dota de sentido -desde una perspectiva puramente vivencial y experiencial. La razón, con sus leyes lógicas, conceptos y categorías, sí que opera de este modo violentando la continuidad absoluta de dicho proceso-.

Simmel entiende la libertad como una relación, de tal modo que el que domina a unos no es libre, porque pasa a depender de ellos: el tirano es igual de esclavo de sus súbditos que sus súbditos lo son del tirano. A esta idea Simmel le llama "dialéctica de la libertad". Entonces para él la libertad es, más que la imposición sobre los otros, la ausencia de necesidad y la independencia respecto de todo deseo, siendo la libertad del monje budista la máxima expresión de esta noción de libertad. El hombre libre es el hombre que no produce nada ni se vincula con nadie porque en todo producir y en todo vincularse hay una necesidad de dependencia que anula la libertad. Entonces, teniendo en cuenta la posición del hombre en el mundo y la relación de necesidad que mantiene con éste y con los otros, concluye que el hombre, en tanto que dependiente del mundo y de los otros, no es libre: "No desear algo [que equivale a ser libre de todo] es un orgullo extraño y es apropiado ubicarnos en esta posición asignada a nosotros en el mundo".

Quisiera explicar cómo puede entenderse esta idea de la libertad de la relación a través de otra noción que en Simmel también adquiere un carácter relacional: la del pobre. Es pobre según Simmel el individuo que no tiene recursos suficientes para dar satisfacción a sus fines, pero que además recibe ayuda o se cree que debería recibirla. Por eso es la interacción con el pobre lo que hace del pobre un pobre, y por eso que considere que 'pobre' es una relación entre individuos y no un individuo particular. La escala de motivos para ayudar al pobre oscila del deber de hacerlo sin esperar nada del que recibe al deber de ayudar esperando que el otro reconozca el derecho de dar algo a cambio de esa ayuda.



"Siempre existe muy poca libertad en el mundo, al igual que muy pocos alimentos. Lo que uno quiere, debe (a partir de un cierto umbral) quitárselo a los demás. Si quiero tener el camino libre de obstáculos, los demás tendrán que cederme su espacio". El hombre libre es libre de algo o de alguien, en tanto que no-necesitado e independiente absolutamente independiente-; la libertad humana es por tanto independencia respecto a las leyes de la naturaleza, a las que se enfrenta y rechaza en tanto que unidad con un horizonte de desarrollo propio e interno -íntimo y vital- para el que no existe ley aplicable. El ser humano es libre -la libertad del hombre no es libertad en sí, no es independencia absoluta y no-necesidad porque no-deseo, sino libertad para-hacer-algo y libertad respecto-de-alguien- en tanto que unidad porque, se comporte como se comporte y actúe como actúe, será siempre el mismo -él mismo- y no algo distinto a sí mismo: "tiene, entonces, la libertad de comportarse de una u otra forma sin perder su yo". Libertad es entonces lo contrario y opuesto a la necesidad, porque lo que es necesario no podría ser de otra forma; además, para Simmel el proceso de vida emocional, igual que el proceso de desarrollo de lo real, es un proceso dinámico y de una continuidad ilimitada; y donde hay continuidad absoluta no hay causalidad y por tanto tampoco necesidad. Pero es ésta, aclara Simmel, una libertad objetiva que tiene que ver con la posición del hombre en tanto que unidad frente a algo, y no la libertad subjetiva como capacidad de y para decidir.

La libertad del hombre está asociada a su atrevimiento, a su capacidad de inventiva y de creación de algo nuevo, dado que el que está determinado no arriesga, no inventa y no crea novedades. Por eso que la libertad desde una perspectiva subjetiva se entienda como capacidad de elegir, porque en la capacidad de elegir entre dos caminos se manifiesta el riesgo de elegir el equivocado y el atrevimiento de no seguir el camino predispuesto. En el momento en que previamente a la elección el hombre tiene la certeza de seguir un camino -porque sabe que es el camino correcto y útil para su vida-, de modo que el otro se borra de su conciencia, desaparece la libertad porque desaparece el atrevimiento.

Establece una semejanza entre la libertad y el deber, entendiendo ambas como una misma cosa. Parece seguir en un primer momento la idea kantiana de que es hombre libre el hombre que actúa según el deber ser de la razón; ser libre es no desear objetos empíricos que condicionen nuestra voluntad y su hoja de desarrollo o, lo que es lo mismo, limitarse al único y más puro deseo de la razón de gobernarse a sí misma -el deseo de la razón es deseo puro, distinto y superior al mero ansia de poseer objetos-. Aunque también podría interpretarse esta idea desde la perspectiva nietzscheana de que el hombre libre es el hombre superior que se hace dueño de sí y responsable de sí y de sus actos, de tal modo que es el hombre que obedece al deber ser que se pone a sí mismo como sujeto empoderado. Tomando partido por la línea nietzscheana y atendiendo a su concepto de ley individual como ley que el individuo se pone a sí mismo en tanto que vida individual -que por tanto no coarta a la vida-, dice: "Claro está que también podríamos entender la razón como un 'no yo' cuando es el representante de algo superpersonal, con lo que también su determinación se transformaría en una falta de libertad". Porque, explica previamente, para Kant la determinación pasional, afectiva o sensible del individuo es una falta de libertad en tanto que es un no-yo, un objeto externo, la fuente de esa determinación.

Entonces, nos encontramos en este texto y en este autor con una libertad que debe ser vista desde dos perspectivas: como libertad absoluta, libertad en cuanto tal, equivalente a la no-dependencia y a la no-necesidad, es una idea que no puede aplicarse sobre la realidad práctica del hombre. Y como libertad relativa, como la libertad 'típicamente humana', que a su vez puede entenderse, siguiendo la distinción de Berlin entre libertad positiva y libertad negativa, como 'libertad para' o 'libertad de'.
Una última idea que creo conveniente rescatar de este texto es la siguiente: el ser en cuanto ser, en cuanto acontecer nouménico inaprehensible e incognoscible, sólo inmediatamente vivido o experimentado de un modo intuitivo, es ajeno a la idea de necesidad, que es siempre necesidad lógica.

Para el ser en cuanto tal, en cuanto fenómeno nouménico que escapa a nuestra razón y es por ello lo absoluto de lo irracional, no hay ninguna necesidad; para nuestra representación de la realidad, a la que llegamos a través de operaciones y formulaciones lógico-conceptuales, es decir, racionales, hay una necesidad lógica. El ser permanece aislado e indiferente a la teoría, siendo ésta incapaz de decir nada acerca del ser o siquiera de penetrar en su fondo: "Él no se puede derivar, descomponer ni unir para conformar unidades mayores, por lo que en general no es un objeto de la teoría, sino sólo de la vivencia". El ser se sucede o se despliega de un modo dinámico, continuo y fluido; lo que nosotros nos representamos del ser son sus contenidos, que se nos presentan ligados unos con otros; y se nos presentan ligados formando una línea de continuidad fragmentada según conceptos porque no somos capaces de concebir el mundo como una pluralidad de mundos, sino como un mundo único, ordenado y lineal -según las leyes de la lógica y de la razón-. La continuidad de los contenidos del ser hace necesario que dentro de cada ser exista un vínculo, de modo que la teoría, dependiente de los contenidos para hacer asible al ser, introduce la idea de necesidad, ajena al ser en cuanto ser.
El conocimiento histórico es una excepción, según Simmel, a este modo en entender la teoría. El objeto de conocimiento de la historia es el acontecimiento real que no ha sido todavía expuesto a una reflexión teórica y no ha sido por tanto clasificado ni categorizado; esto es, una existencia real y primaria, no sometida a las leyes lógicas y por tanto ajena a la necesidad y a la libertad. Habla de este tipo de experiencia como 'experiencia pura', que es el objeto de estudio de la historia; lo que estudia el historiador es lo que ha ocurrido, de modo que requiere, igual que el teórico de que haya necesidad o el protagonista histórico que haya libertad, de acuerdo con sus fines prácticos, que haya acontecido algo.

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