LA REALIZACIÓN

 Zambo

Como nunca fui alto ni delgado todos los recreos me quedaba sin jugar al baloncesto. Yo
quería jugar al baloncesto. No me dejaban. Era negrito y eso tendría que haber bastado,
pensaba, pero me decían «los gorditos no juegan al basketball» (en aquel momento decir
basketball quedaba bien, hoy ya no). Entonces decidí que lo mío era el fútbol, todo estaba
de mi parte: también era argentino. Estaba destinado a ser el nuevo 10.

         -  Hola chicos ¿puedo jugar?
         -  Si cómo no.- al parecer el fútbol es un deporte más abierto – Chicos, ya tenemos
             arquero.

Sonreí, pero luego me dijeron que yo era el arquero. Bueno, por hoy pasa. Mañana otra
vez que si podía jugar, al arco me volvieron a decir. Entonces deduje que por alguna razón
ajena a mi entendimiento yo tenía que ser el arquero. Después de unos días mi amigo
Chencho me dijo que yo era arquero porque estaba gordo y me entró como la vergüenza
y entendí qué significaba eso tan complejo que es tener complejos. No volví a jugar al
baloncesto ni al fútbol. Antes voy a adelgazar y a ponerme guapo, que todos los jugadores
de baloncesto y de fútbol son guapos. Me voy a correr le dije a mamá, y ¿por qué hijito?,
no sé mamá me voy a correr. Al día siguiente de correr me sentí como el día que me caí
de la bici, allá por el monte. Entonces me dije que lo mío son los estudios. Miré a los
chicos estudiosos, muy poquitos jugaban al fútbol o al baloncesto y eran malos y algunos
estaban gordos. No tenía dudas: voy a ser estudioso. Llegaron los exámenes y me salieron
mal, pero era estudioso, no sé qué me pasó. Mamá: cómo que qué te pasó, no estudiaste
un carajo, y me cacheteó. Yo: pero si ya no juego ni al fútbol ni al baloncesto y soy malo
y-y-y (me dolía el cachetazo y estaba como llorando) y casi no hablo con nadie. Mamá
dejó de decir cosas. Me pegó otra cachetada y se fue a hacer la comida. Con el dedo me
hizo que no. No comí espaguetis con albóndigas. Lloré, pero no comí. Y ¿qué le hago?,
pensé, ¿qué puedo ser? Mi amigo Chencho me dijo que no sabía. Qué es eso que llevas
en la mano, le pregunté, un pucho y que cómo funcionaba, chupás y soplás. Entonces me
dije que iba a ser chupador y soplador de puchos. Encontré algo que me gustaba y que
hacía bien, y además la gente me empezó a mirar distinto como si yo jugara bien al fútbol
o al baloncesto. Después me hice más grande y en clase de filosofía nos hablaban de la
realización, decían, de la realización personal. Al principio no entendí, pero después me
di cuenta de lo que era, levanté la mano y le dije a la profe, profe yo estoy realizado, ¿a
sí? ¿Cómo lo hiciste? Chupando y soplando puchos.

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