Al viento del deseo

Ernesto Rodríguez Vicente

Aquí no hay
sino ver y desear;
aquí no veo
sino morir con deseo.

Cristóbal de Castillejo

I

El corazón de la paloma
está dentro de la caja de dulces.

Somos los juguetes rotos
olvidados en el colegio abandonado,
los fantasmas de los niños
que jugaron con nosotros
conducen hoy sus frías sonrisas
por la autopista del dolor.

Somos los últimos dulces
que quedaron en la caja
cuando la paloma murió
y fuimos aplastados
por su hermoso corazón,
porque nos juzgamos
demasiado dulces
para quedarnos en la caja.

Y el corazón de la paloma
está dentro de la caja de dulces,
y no puedo esperar
que nadie quiera abrirla
porque es una caja de dulces
y todos esperan que los haya,
pero ha decir verdad
ya no sé si es un corazón
lo que hay dentro
o si al abrirla
habrá más dulces
dispuestos a ser devorados
por el corazón de la paloma.


II

Murió el rey de las sombras
y su tenebrosa figura
se perdió bajo la luz,
la desoladora luz que asola
nuestras pálidas mentes,
despiertas en la insomne ilusión
que aromoniza nuestro silencio.

Y de esta ceguera al fin resuelta
quedará expuesto el agrio desencanto,
desprendiendo con su insulsa sinrazón
la razón de la emoción que palidece.

Mas advierto que este descontento
no será la cruz que arrastre a la muerte
porque el rey de las sombras
resurgirá de su oscuro letargo,
devolviendo con su brillante figura
el encanto oculto en la noche.


III

Qué importa que te escriba
los versos más dulces esta noche,
si los versos no sirven más
que para aligerar el paso
y la inmensidad de los sentimientos...

Qué importa que sea yo poeta o artista,
si con ello no puedo ni siquiera alcanzar
ese jardín florido que es tu corazón...

Qué importa, maldito sea el valor de las cosas,
si un verso es solo un recuerdo infinito
que engaña al artista en el presente.

Desdeño esta luz, este llanto
asido a mi pecho eternamente;
siento pasar, dulce, la tinta
por mi corazón herido y anhelante,
pero qué importa que te escriba
los versos más dulces esta noche
si nunca podré en ellos encontrarte.


IV

Deja pasar el polvo de los años
Por tus húmedas pupilas,
La aspereza en la vista
Es el síntoma del insomnio
Y, aunque el insomnio es frío,
Su luz puede ser el más grato infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario