Decidir elegir qué
ligar a mí
de forma necesaria.
Elegir cuál ha
de ser el ritmo
suficiente que ha
de apagar mi
sed de vida.
Hacer esto y no
fallar respecto de
un concepto tan
grande como siempre.
Hacerlo así ya que
si algún día continúo
con sed será que he
de volver a empezar.
No porque lo haya
hecho mal, sino porque
eso en ese ahora no
baste para apagar
mi sed de vida.
-El olvido-
No tener memoria alguna,
ni a corto ni a largo plazo,
no recordar si quiera cómo
hemos llegado. Interiorizar
hasta tal punto el ritmo vital
que no sea necesario presenciarlo.
Vivir tan sólo, no esperando
nada más que la propia vida,
que prosiga el inexorable paso,
que podamos estar allí y darlo.
Sentir solamente el pulso del cambio,
adoptarlo como seña incorrupta
del tiempo que dona el espacio,
la una diversidad conjunta.
Después, de nuevo, olvidarlo,
quién soy, seré y he sido,
todo legado al olvido,
para volver y seguir siendo
lo que nunca hemos sido.
-Compañera, instrucciones de uso-
Elegir una persona a la que hacer feliz
y decidir sobre la marcha
cuánto de mi felicidad
ha de depender de ella.
-Elvira-
Luz que cruza el aire
inundado de polvo
va a chocar contra
la piel que comparte
conmigo ésta sala.
Luz que de revote
a la otra no acompaña,
luz que ahora es testigo
de la intimidad alumbrada.
-Vagi-
Respira, el aire ya
no está frío. Tampoco
calientes tus hombros, tus
mejillas. Ya no hay sol
al que deberse; la
calle ya duerme.
Son tuyos tus brillos,
sólo tú puedes gobernarte.
Bienvenido a tu cuerpo,
de su parte.
-Jama-
Camina y el son
remueve el viento
que empuja pelusa
y hoja. Es el bosque
que sigue tu natura
y no la deja; ya
ningún paso te pesa.
Corre, grita y vuela,
ya no te tiran desde
el suelo cadenas,
ya ninguna de ellas
Carlos Esteban González
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