En el mar.


Piedrecitas que coges te esperan,
sin ti, son solo piedras
por ti vibran en la cala casi oculta.
Al salir del agua te siento llover,
no hay quien traiga prisa,
ni duda.

Entre la roca
que renace cien veces
la ola ahonda una cueva,
aguarda a desvanecer
a ser descanso de arena;
a estar más cerca de la forma
y apresarla en paciencia
y aprenderla en la gracia.

Todo resuena cercano y contrastado
todo se sitúa, los granos van cayendo
sigue reviviendo.
La ternura se hizo eco
y crece dentro, hasta que brota un suspiro
cuando el silencio.

En el acantilado
esperas al ángel del viento
al abrazo, que con el mar une
la dimensión.
Este rostro inmenso se relaja
abre su boca atlante
cede el instante,
al corazón del que se adentra.
Este coloso que al fondo
y el cielo alcanza,
recibe tu paso con aromas calientes de espuma
y te muestra antiguo el presente
y te entrega la apertura creciente.

Dejas tus manos en la espesura,
y ofreces la voz a la tierra sonora
así traes la brisa
que añoras.

Ollie de Ninfo

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