Mama, no me llames pa´comer

Con esta nueva sección itinerante abrimos un nuevo lugar para poder reseñar aquellas publicaciones que más llaman nuestra atención y a las que más cariño tengamos, creando así, también, un espacio para estas obras y estos autores de los que hay que hablar para conocer.
Leyendo ¨El desierto de los Adobes¨, segundo poemario de Leoncio Espeso Carranza.

Es el segundo manuscrito editado de Leo, en él se acostumbra la vista a la edición antigua de la escritura, pues tanto uno como otro son fechos al diseño e ingenio de antaño. Así este singular escritor nos presenta un manuscrito sencillo: cuando ves que se amarra con un cordel se entiende esto que digo. A Leo le fascinan las cometas y así el nudo que agarra el poemario es nudo igual como el que se hace para atar el rombo.

En el tiempo legato de leer poesía me he sorprendido a mí mismo bailando un allegro más bien suelto, amable y a la vez apasionado. Una memoria allende generaciones se nos acerca tranquila desde una rima juguetona y autentica. En los poblados castellanos existen muchos dichos, los cuales son memoria sostenible de la propia ¨civilización¨; éstos se asentaron antes de que el negocio se comiera al negocio (osea antes del capital o el librecambio caníbal) y custodian más desde la médula que desde la justicia lógica el crecimiento de los jóvenes, la venida del extranjero, el sentido de la amistad y la despedida del anciano. Yo crecí en un pueblo y a la solana, como Leo, y cuando leo a Leo me veo, como el Niño vagabundo y biennacido, que camina entre dos mundos, pero que siempre lleva una cuerda bien ceñida a la cintura con paciencia, la cual conduce a la esperanza.

Y aprovecho y lanzo un grito: en mi vida he visto en actos oficiales, bodas y bautizos, muchos rasgos de una cultura inalcanzable; solemne, apabullante, y en verdad hecha añicos, para que vamos a engañarnos. ¿Qué queda en cierto de la historia de un pueblo que lleva su testimonio a la ebriedad sobria en lo oficial? Ahora reflexiono: a veces no nos damos cuenta de hasta que punto participamos del desamparo de la verdadera historia, que es la que reside en la memoria poética y paciente del hombre, que ve a través de muros y suelos, y que habita un desierto heredado, aun agradecido; Y que por supuesto celebra y sufre, y oficialmente aparece, pero que no vende su don al sueño de la razón de unos pocos. Doy gracias desde aquí a poder participar de esta memoria de todos los días, y más especialmente en nuevas y nupcias. En el libro de Leo, hay, verdaderos testimonios de la cultura que nos ha traído aquí y que se puede oler, ver y oír, y con respeto tocar (no vaya a ser que el adobe este arenisco) en la luz y a la sombra y a la noche, en el trazado de muestras poblaciones y caminos.

Al leer en muchos momentos, al contemplar los dibujos y las fotografías casi daguerrotipias que este Leo nuevamente nos trae, me he visto inmerso y orgulloso participe de ellas en mi soledad, y también en mi sentir común.

¡Que viva la tierra de campos y los montes de torozos
hombre ya!

Máma, hoy no me esperes pa´comer que me voy hacer de gentes y a tomar un vino fresco pa´í con la vida.

(Por Oliver Marcos)

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1 comentario:

  1. No sé qué pasó, pero pasó.
    Estaba arrugado el paso, y pasando de todo, estaba paseando.
    Pensaba que paseaba, pero en realidad la estaba pasando.
    Lo que pasaba no me pesaba. Lo que pensaba no me hacía pensar que estaba pasando.
    Por eso pasé y estuve a punto de dejar de pasar por esa pasada de cosas que pasan.
    Y porque pasé es porque pasó todo aquello que nunca se pasa. Pero ciertamente se pasará, cuano se pase, y todo vuelva a ser una pasada.

    Eso es lo que pasó, me lo pasó un preso al paso. Que no estaba ni paseando ni pensando, pero seguramente prensaba lo que pasaba en su pensar pasado.

    camarero: ¿Me puede repetir lo que pidió antes de la cosa rara que dijo?

    Dr Robeto: No. Tendrá que pasar por todo lo que pasó, por todo lo que pasé, y por todo lo que se pensó cuado no pensamos.
    Así es todo lo que pasa cuando no pasa. Y algo pasa que es como nada, y se parece a todo lo que hubiera pasado, si te pasases por acá.

    camarero: a mi no me venga con juegos de palabras, que uno ya se quiere jubilar y ¡JUAZ! usté me entiende

    (ambos se dan un abrazo y la escena se congela en una fotografía fría sin vida asquerosa de televisor de tubo. Comienzan a salir los créditos en una tipografía de la década del 80.
    La voz en off comiena a explicar la película)

    Voz en off: Y la vida sucede cuando todo se apaaga. Y se suceden las vidas apagadas en la sucesión de películas programadas por un suceso repentínamente sucedáneo; porque la verdad está por suceder en una insucesión de insurrectos sucesores que sucederán como sucedió aquello que se cede y seduce y se mueve y conduce y se mece, siempre que sucede.

    Niña rubia con paleta de colores y gorrilla con hélice: ¡Yo soy la niña de la gorilla y no soy ninguna guarrilla!

    Voz en off: En la oficina hay colores que disimulan los colores que hay en la oficina.
    Y es bien cierto que todo lo que hay sobre la mesa está también sobre la mesa reflejad como una estampida de búfalos que se bufan y de mamíferos que se maman... y de espartanos con llamas en los ojos. Y por eso Jesucristo vino a visitar a todos los seres de este planeta
    Porque no tenía caseta.

    Niña rubia con paleta de colores y gorrilla con hélice: ¡A MÍ NO ME VENGAS CON COSAS, YA TE LO DIJE!

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