Recogiendo Casquillos

En tu cuerpo perece
la sombra de un sueño,
la emoción partida
ya consumida.

No dejo de desenredar
este ovillo
de cuando éramos
arañas, haciendo encajes
de bolillos
con nuestra
tela
para comer insectos.

En mi cuerpo marcado
nacen estrías
tras el excesivo latido
de un corazón
explotado
            y nunca huido.

La paz es mía:
desmantelando los cañonazos,
aceptando al enemigo,
amando a todo,
escribiendo esta poesía.

Andrea Villar Lamas

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