A veces doy mi peso a las estrellas

Desatar mi cuerpo en busca de Orión 
enlace del eco del alma
enlace de la conciencia 
con el baile, 
con los puntos que guían la forma.

I.

Solo es imagen el circulo que transforma
el día en noche
y vive aun y siempre.

Pincelada de alma en el firmamento.
Vi el último rayo
subido en un tejado cochambroso,
y bajé corriendo
a darme de bruces con sentimiento
que yo había puesto nombre,
yo, osado a ello nombré.

Frenético acercándome
lo veo bien
como queriendo tocarme.
Y nos acariciamos
acercándonos ambos de los mundos
que nos separan.

II.

Babear en el arco lunar,
en el manto de esta Tierra
al calor justo.

Dejaré volar todas mis flechas
a la constelación,
míticamente tirado , regalado
a un entramado matemático.

Denébola,
un vórtice me ha traído al punto,
dentro del espacio,
dentro de la inmensidad.
Al punto
en que entonces se intuye la silueta
al rozar marino de la hierba fresca.
En el reflejo negro,
la confusión del mirar
arriba y ser; abajo, y virar:
arriba y soñar; abajo y sentir.
Pálpito constante
y de verás estoy solo
y de verás doy mi cuerpo a la tierra
que me parió.

Esto
ha de ser yo.

Reposo sobre ellas
respiro
el ser nos alcanza
cumple, una vez más
perpetuo.



III.

La luz.
De ciudad en ciudad
una sombría premisa lanzaba:
que la no despedida nos atrape
e Ícaro se queme solo
cuando solo se crea en arder
aquí, abajo.
Derrumbarse los edificios;
y reposar,
la nueva flora
el nuevo espíritu.

Que sea bello el aire
que vivo
que sea libre el cuerpo
que soy.

Pedidos desde mis entrañas
los signos de una vida.
Desentrañar o mostrar
devuelven la mirada,
desdibujo a la caída
respiro con dificultad,
el asfalto no traspira
el clamor de la tierra
que me quiere ayudar.

IV.
A muchos no incide
sin clasificación perpetua.
Es la vida, es sencilla
es bagaje y es cartonaje,
es movimiento de manecilla.
¡Qué noo, joodeeerr, que noooo!

 A quienes quieran verse en ella
completamente,
de todo bagaje
y de todo cartonaje (corazón);
de sinsabores sinamores,
de la guerra de vida infinita,
despojarse.

Me levanto y bailo,
pido a saltos que llueva.
Así descansan en mi las gotas,
en un bosque,
en el interior del mundo.

Una capa de patrañas ilimitadas
se desliga de mi carne,
que es más de su color.
Se desprende de mi pecho
la calamidad, la tranquilidad
el colapso, la esencia
una línea encriptada,
veo el azul de la conciencia.
Se deja en el camino la forma
del como, las huellas humanas.

V.

Una dragona frota mi piel con lo viscoso
que desprenden sus venas.
Respiro acunado,
se acaba la venganza,
se despierta paulatinamente esta era.

 Sin sueño y sin letargo.
Comienzo a hablarle al mundo
de para qué llegué.
Un viaje, un desengaño;
una brizna última de aire
a la orilla del lago.

Yo no se hablarte
dije una vez
acumulando de lo perdio
solo letras mías,
de mi solea.
Vivo por mis actos
porque son ellos lo que soy
o quizá solo la parte de una parte del fin.

No tengo miedo a ese fin
al caminar por un campo de Castilla.
Al caminar me siento de aquí,
y no temo a este tiempo.

VI.

Veo el olivo ante mí.
Si yo supiera hablarle…
Solo jugando a hablar en serio,
se hablar en serio.
Me tumbo de cara al cielo
de nuevo
y mientras me voy de mí,
un discurso cuidado y movido,
una voz de luces y néctar
(que bonita mi voz de jugo),
se confunde la palabra con el sonido.

A las nubes:
Yo tengo el color blanco y el gris, así como vosotras.
A las estrellas:
Se yo ser, viéndoos, vuestro sentir aquí.

Ollie de Ninfo

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