Este momento no vuelve.

“El primer servicio que la originalidad les presta es abrirles los ojos; lo que una vez hecho, y por completo, les pondrá en la posibilidad de ser ellos mismos originales.” Mill, Stuart. Sobre la libertad (On Liberty).

-Amanece y Yo Anochezco
Despertarse antes que el Sol
y ver la ciudad bañada de nada,
fría, humana y descarada.

Amanecerse antes que el Sol
y sentirse vacío, sin alas,
rogando un sino, un don,
llorando infantil a todas las camas.

Caminar como un exiliado
dejando atrás la onírica etapa,
descarnando cada paso raso,
aterrizando cada recuerdo escarlata.

Bostezar tranquilo, soplando cada
estocada. Boquear en el suelo
herido, rugiendo a la mañana
de plata. Cerrar el son malherido
de tu corazón a mis entrañas.

No es que sea mi pecho camino
perdido, pero el mar destroza mi cara.

No es que esté todo hipo
y nunca sepa cómo llegar a tu almohada.
Yo ahora me he dormido
sin despertar que soñaba,
yo por ti hubiera muerto
pero me adelanté a la luz del alba.

-La Masa Homogeniza y Mata

Un foco colocado en un bloque de piedra,
seguido por un foco colocado
en un bloque de piedra,
seguido de un foco colocado en un
bloque de piedra, seguido a un bloque de
piedra y de un foco colocado en un bloque
de piedra, seguido con un foco que saltó
de un bloque de piedra, seguido por un foco que
grita desde un bloque de piedra. Dos
que entierran.


-Cierro mis Ojos, Desaparece el Mundo
Y qué si ahora, lo de fuera,
me da igual.
Y qué si para mí, ahora,
el mundo ha dejado de girar.
Y qué si para mí, ahora,
la ciudad con todo su ruido
agoniza en silencio,
de espaldas al cielo,
negando al Abuelo,
dejando caer su cuello,
tapando al río, al bosque,
al noble sol y a todos
sus hijos. Sabed que si
hoy todos caen, yo
no perderé tiento
de su enorme ruido,
pero no veré quien
cae bañando la acera.

Para mí, ahora,
la ciudad está muerta.

-Ahí Fuera
Todos sangran devorando su camino,
algunos, quizá, levanten la mano a su destino.
Las miradas están llenas, de tú que me miras
y estallas, de yo que así me borro
y sola quedas.

Las calles se llenan de otros en negro,
de otros que buscan la cuerda
que no cesa, el camino que no acaba,
las aceras que reducen y culminan,
el árbol que rompe el suelo y tiembla,
creando en cada grieta.

Todos tienen nombre, todos
tienen coche, todo es
lo que es. El deber se
diluye en las manchas
de lo recorrido. Pararse,
bajar y mirar no está
comprendido. Así será,
el cajón de luz lo ha prometido.

Carlos Esteban González

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