Sentido Absurdo

-Y en muchas de vuestras palabras el pensamiento es asesinado- Khalil Gibran

Últimamente me rondan la cabeza cuestiones a brazos entre la filosofía, la voluntad y la apatía de ésta última. O, que demonios, en el fondo lo que no cesa de producirse en mi pensamiento es la pregunta recalcitrante del sentido de la vida. Y creo que esta pregunta puede mirarse desde dos perspectivas primordiales (además de estas dos, cada ser vivo es en sí mismo una perspectiva digna de admiración). Por un lado la vida entendida en su sentido universal, cómo un fenómeno que excede con mucho la experiencia de lo que comúnmente llamamos “nuestras vidas” y por otro lado la vida focalizada en nuestro contexto vital. Ambos planteamientos están –cómo todo- íntimamente relacionados. Digo esto porque el sentido de lo que sea nuestra vida efectiva tiene por necesidad que deducirse del planteamiento de la vida en general. Pero sistematizar racional y lógicamente las posibles respuestas a esta pregunta me parece el primer fallo a la hora de acercarnos a la misma –al menos en la perspectiva universal-.

Por tanto en lo que resta de artículo voy a cambiar radicalmente el estilo de escritura, ya que el lenguaje puramente filosófico me parece inadecuado para hablar de la vida y su sentido –a no ser que seas un Hegel, un Kant o un Nietzsche-. Es absolutamente necesaria la manifestación del espíritu poético para decir algo que valga mínimamente la pena. No obstante por si sólo el espíritu poético peca de ingenuo ilusionismo y un vago deseo de suicidio recorre su estilo. Asique, en resumidas cuentas, trataré de componer un híbrido de poesía y filosofía para poder cumplir dos objetivos: 1º hacer entender a cualquier sujeto racional e interesado en mis palabras el significado de las mismas y, 2º traspasar la frontera del mero entendimiento, que por sí sólo es un límite vital, para rozar con suaves caricias el espíritu emocional con añoranza por lo absoluto que cualquier persona con cierta sensibilidad puede sentir en lo más profundo de su ser. Soy consciente del despropósito que aparentan ser mis objetivos por lo contradictorios que resultan típicamente. Pero aun así me gustaría intentarlo, y ya que en esta revista se promueve la libertad de estilo y de temática, que mejor lugar para este infame ensayo.
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La vida es amistad eterna y frágil, proclive siempre a la destrucción de sí misma con vistas a su finalidad, en realidad inexistente. Finalidad es tendencia a lo irreal, y en ese sentido claro que existe.



Pero la realidad que vivimos nosotros seres atribulados y finitos no tiene más finalidad que la muerte, que es lo mismo que decir poesía. Ilusión y esperanza de un más allá sustancial cubierto de sinfonías de Beethoven y fugas de Bach.

La amistad pura es un fenómeno exclusivo. Es imposible tener más de un amigo. Todos nuestros múltiples amigos son ensayos de vida, ensayos de felicidad, que como todos hemos sentido en algún momento es efímera, esquiva y, cómo el vuelo de un águila, imposible de copiar. O imposible de encarcelar vaya.

Y qué es el sentido de la amistad –metáfora de vida- sino la ilusión de finalidad real. La contradictoria paradoja de la rosa y la espina, la belleza del beso y la desidia del amor.

Consideremos lo absurdo de la censura en comparación con la nitidez del placer. Lo soez y depravado disgusta al juicio y, sin embargo, excita al juez que, avergonzado, censura y prohíbe con la mano del mazo, mientras con la otra se masturba. Su moralidad es el sustento de su infelicidad. Da vueltas y vueltas al sentido de su seriedad y su férrea convicción en la miseria, sin llegar jamás a la conclusión de que su felicidad no depende del exterior, tanto como del interior.

Pero dejemos en paz al señor juez que todos llevamos dentro y hablemos del fauno que el juez encarceló en su madurez. Quisiera ser libre para correr por los bosques y asaltar campesinas, violentar los objetos de sus prejuicios sexuales y animales, y robar la libertad de los pájaros que cantan alegremente las chanzas de sus andanzas. Quiere ser libre para ser feliz sin pararse nunca a pensar en miedos, justicias, consecuencias y soledades, pues para él, eso es la felicidad. Y ni tan siquiera necesita amigos pues no entiende la amistad. Más nunca es feliz, pese a su actitud desenfadada, porque cuando despierta de sus pesadillas borra su infelicidad con la causa de la misma.

Juez y fauno, fauno y juez, olviden sus diferencias y váyanse de cañas.

La vida es amistad infinita y fugaz, busca lo absoluto en lo cotidiano y se pierde en el laberinto olvidándose de encontrar eso que fue el motivo de su nacimiento, aun cuando lo tiene delante de sus narices. El viciado aire del laberinto encarcelo su espíritu en una cárcel que el mismo espíritu construyo en su ansia de escapismo.

Todo es un proceso de elevar números a la mayor potencia posible para alcanzar la cumbre áurea de la matemática vital. Existe la idea de la sublime visión con ojos humanos, más la visión en sí misma está reservada, quizá, para los ojos de los muertos. Lo que quiero decir es que siempre habrá una potencia mayor.

El tiempo de que disponemos los finitos es infinito. O dicho en otras palabras: el tiempo no es la causa de la muerte, sino que la muerte es la causa del tiempo. El aburrimiento o, mejor dicho, la desgana es la muerte en vida.

Debemos creer que somos libres pero en un sentido universal, no lo somos. Del mismo modo debemos saber que no somos libres, pero en un sentido vital sin duda lo somos.

El juego de azar que determinan la razón teórica y la razón práctica –kantianamente hablando- es el principio fundamental de la voluntad como libertad de las causas determinantes. Más no deja de ser un juego de azar, más peligroso que la ruleta y los dados juntos.

La vida, amigo mío, es amistad descarnada y deshumanizada. Y ni tú ni yo somos amigos, más vivos estamos y amistad ansiamos en un desesperado intento de sentir nuestra esencia. El sentido de la vida es la amistad, y el sentido de la amistad es la ilusión de libertad hecha realidad materialmente. El sentido de la vida es la música.

David García Álvarez

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