Creamos Mundos de Luces.

- La acertada comprensión de un caso y la comprensión desacertada de ese mismo caso no se excluyen completamente.Franz Kafka -

Entró en la discoteca “El Castillo” a eso de las 3 de la madrugada. Era un local grande dividido en cuatro salas con diferente música en cada una. Estaba repleto de gente bebiendo, bailando y hablándose a gritos por encima del estruendo de los bafles que hacían retumbar las entrañas de la ciudad. En la primera sala música dancehall, en la segunda house, en la tercera reggaetón barato y en la cuarta popeo del cutre. En las barras los camareros y camareras iban y venían deteniéndose ante algunos clientes que les ofrecían una puntita blanca o alguna pastilla de colores alegres, ante lo que los camareros solían mostrar su sonrisa más agradecida y embaucadora antes de ponerse ciegos. No había en todo el local una luz estática, había cientos de focos de colores diferentes girando aleatoriamente mezclados con destellos rapidísimos de luz blanca que producían ese curioso efecto de ralentizar la realidad. Y de entre todo ese alcohol, luz, música, gente, droga y estertores de sexo se elevaba una atmósfera viciada, grasienta y como con olor a vergüenza propia y ajena. Frankenstein pasó totalmente desapercibido como una montaña hasta llegar a la barra. De las aberturas de los tornillos en su cuello salía un líquido similar al pus pero totalmente traslucido, como agua espesa. Sus enormes pies enfundados en sus aun más enormes botas se movían marcando el ritmo de un caos musical, ciertamente meritoso pero poco inteligente con muy, muy poco genio. Se le acerca una camarera con una falda minúscula y un escote que hacía de sus tetas un monumento en armonía con el pene de Frankie. Se pide un whiskey on the rocks.
La camarera se lo sirve con una sonrisa y acaricia con ternura la cicatriz que atraviesa la enorme calva blanca de F. Paga sonriendo a la camarera de enormes tetas mientras traga el primer sorbo. Se gira y observa al ganado, y lo que ve le gusta y le disgusta al mismo tiempo: muchos niñatos y niñatas compartiendo un mundo de ficción trastocado por error divino en realidad, jóvenes danzando dentro de una ilusoria esfera con un suelo plano, firme y pegajoso por el alcohol y el vómito derramado, adultos con mirada ávida y sedienta que buscan sus carencias guiados por un Eros que desconocen y tras el cual se ocultan bajo formas inigualables y repulsivas. Sin duda F. está en su salsa, un hombre monstruoso rodeado de monstruos humanoides. Sonríe escépticamente para sí lamentando el crimen que tantas veces ha cometido y que tantas veces volverá a cometer. Y sonríe porque sabe que no es ningún crimen, y mientras camina hacia la puerta de la discoteca copa en mano sigue sonriendo. Unos metros antes de alcanzar la puerta a ese otro mundo de ficción objetivado en sociedad, dos chicas se le acercan suavemente y bailan ante él al ritmo del dancehall: cadera contra cadera ovalando una órbita de gravedad 0 entre la inmensa pelvis de Frankie y sus culos latinos y bronceados. Es casi poético, una nueva trayectoria estelar de un satélite nuevo producto del alcohol y la publicidad. F. las da un azote a cada una y sonríe aun más mientras se aparta de ellas y besa el aire fresco de la noche. Se sienta en una ladera de césped enfrente de “El Castillo” y piensa en Kafka bailando borracho pensando, probablemente, en sí mismo y en la manera más rápida y segura de obtener una buena mamada. Se ríe a carcajadas y los porteros le miran de reojo atentos por si pasa algo. Llegan unos amigos de Frankie. Donnie un tipejo quasimodesco y Fry más gusano que hombre. Se sientan al lado de F. y le ofrecen birra caliente de toda una noche de vagabundeo. Beben juntos un rato bromeando desde el anonimato de su monstruosidad mientras observan a dos chicas de no más de 15 años meando espalda contra espalda detrás de unos coloridos cubos de basura. Cinco chicos escondidos tras unos arbustos las miran mear y cuchichean como viejas zorras de pueblo creyéndose en la cúspide de su vida. Las chicas terminan sus necesidades y se van tambaleando hasta un banco en el que se sientan con las piernas medio abiertas. Los chicos se acercan a ellas, las dicen algo, las ofrecen unas pastillas que las chicas se tragan y sin previo aviso el que aparentemente es el cabecilla del grupo, la pega un tortazo a la más cercana y la da la vuelta sobre el banco. Sus amigos cogen a la otra chica y se la llevan violentamente a su anterior escondite. El cabecilla está que no se lo cree, se tira encima suyo y se la mete brutalmente sin consideración en busca de un soplo de vida real entre tanta ficción. La está follando como si al terminar fuese a morir y la chica se deja follar como si en su coño estuviese el infierno. Y nuestros tres monstruitos miran atentos, como quien espera para ver el final de un eclipse, sólo que en vez de un eclipse esta vez es una violación brutal y sin ninguna trascendencia. El chico golpea en la cara repetidas veces a la chica mientras se corre y de detrás del arbusto se deslizan las lágrimas de la otra muchacha en forma de llantos y gemidos lastimeros. Cuanta degeneración, piensa Frankie mientras saca su pipa del chaleco roído que lleva desde hace más de tres siglos. Sin decir palabra se levanta y se acerca de nuevo a la puerta de la discoteca, dispara a los dos porteros. Un tiro en la cabeza a cada uno es suficiente. Entra dentro y vacía el cargador ante los fiesteros que sin comprender muy bien lo que pasa comienzan a gritar a agacharse y a llorar. La música se detiene y Frankenstein comienza a hablar y todos le miran: Buenas noches a todos, ahora que tengo vuestra atención quiero que me miréis y veáis al auténtico monstruo de Frankenstein. Quiero que veáis el espejo roto que os refleja a todos para que podáis vivir con la imagen de vuestra desgracia. En realidad, no quiero nada que vosotros no queráis, quiero divertirme y necesito de todos vosotros para conseguirlo. Quiero que seáis libres, para poder ser yo libre, aunque muchas veces me pregunto el significado de la libertad que todos habéis corrompido con vuestros excesos. Quiero que esos excesos sean realidad y que no se oculten bajo la frívola máscara de una noche de sexo, droga y nada de rock’n’roll. El rock al menos defendía los excesos que justificaban y quedaban justificados por la misma libertad que todos habéis prostituido. Yo soy el monstruo de Frankenstein y llevo siglos viendo como el hombre es el más monstruoso de todos los seres. Para comprobarlo sólo tenéis que mirar detenidamente todas y cada una de las creaciones del hombre, entre las cuales me incluyo. Pero yo soy la némesis de todos vuestros hijos, mi monstruosidad es puramente estética, pero mi esencia, mi potencia es bella y autónoma de vuestra inherente maldad. Ahora mismo mientras hablamos a menos de 200 metros de aquí un grupo de vuestros especímenes machos se está follando a dos niñas drogadas y posiblemente luego las matarán. Bueno eso es lo que pasaría si mis dos amigos no hubiesen cortado unas cuantas pollas y destrozado unos cuantos cuerpos.

En ese momento aparecen junto a Frankie, sus amigos Fry y Donnie. La escena es casi onírica: los tres monstruos presidiendo la pesadilla de un grupo de jóvenes borrachos que sólo quieren irse a casa a olvidar. Y ese deseo de olvido es lo que ha supuesto su condena. Donnie tira una bolsa al centro de la discoteca y al tocar el suelo salen rodando las cabezas de dos chicos, una chica y una polla cubierta de sangre. Los gritos aumentan en intensidad y en miedo. El monstruo de Frankenstein sonríe y sigue hablando: Os preguntareis porqué hemos matado también a las niñas violadas. Pensareis que somos una especie de monstruosos justicieros sádicos y antisociales y que yo os voy a soltar un discursito sobre la maldad del ser humano, sobre la justicia de risa que gobierna el mundo y sobre la degeneración que produce el progreso de la humanidad. Pero os equivocáis, a nosotros nos da igual la justicia y paradójicamente eso nos convierte en los seres más justos. El matar a esas niñas es tan justo como lo que va a pasar hoy aquí y lo que pasa a cada instante en el mundo. Jajajaja deberíais ver vuestras caras, estoy seguro que no entendéis ni una palabra de lo que estoy diciendo. La mayoría estaréis con los oídos tapados y los ojos cerrados rezando a una fuerza todopoderosa para que me fulmine o para que os teletransporte lejos de aquí. El miedo os atenaza la mente, sólo que ahora sois tristemente conscientes de ello. Hace media hora ese mismo miedo estaba justo donde ahora lo sentís, sólo que desenfocado y diseminado entre varios frentes: amigos, objetivos, familia, culpabilidad, conciencia, sexo, bla, bla y bla. No os imagináis el asco que me dais ahí tirados sin hacer nada. Pero dejemos mis pasiones fuera de esta gran experiencia trascendental que estamos viviendo. Los pocos que me estéis escuchando estaréis demasiado borrachos para entender lo que digo y lo que voy a decir a continuación, asique seré breve: Vais a morir todos aquí y ahora en cuanto yo termine de hablar. Sólo quiero que os concienciéis de lo que eso supone. No más oportunidades para juzgar lo que es bueno y es malo, no más ocasiones para hacer el bien o el mal, no más coincidencias para disfrutar de la vida o sufrir sus miserias. Ahora se acaba todo, y por fin sabréis si existe algo tras la muerte o sencillamente os desvaneceréis entrando en la inexistencia más desoladora. Haced un último balance de vuestras vidas, y pensad si todo lo que habéis hecho realmente queríais hacerlo, si todas vuestras palabras salieron de vuestra boca o vosotros sólo les pusisteis la voz. Quiero que comprendáis que vuestra muerte sólo es un mundo de luces más de todos los que creáis, sólo que este mundo de luces se caracteriza por la ausencia de luz. Pensad en esta discoteca: un sótano amplio y organizado por algún empresario medio mafioso para sacar el dinero a todo aquel que durante la semana sólo piensa en desconectar de sus obligaciones para olvidar sus penas entre alcohol, entre rayas, entre peleas o entre putas. Unas cuantas luces de colores, una música incoherente que lo envuelve todo y un brebaje que distorsiona la percepción, y ¡Zas! Se crea un sueño de luces grotescas que sale del interés de uno o varios tipejos por aprovecharse de los auténticos sueños de todos y cada uno de vosotros. Y aquí estamos en el sueño “El Castillo”, en este mundo de luces convertido esta noche en pesadilla para todos menos para mis amigos y para mí. Nosotros estamos mostrándoos la paradoja de vuestro triste vagar y vuestra rendición al auxilio de lo invisible. Estamos haciendo realidad nuestro sueño, y nadie nos lo ha construido, nosotros solos hemos buscado, ordenado y utilizado las piezas para hacer realidad nuestro sueño de monstruos: aterrorizaros a todos en una gótica escena de terror reivindicativo. Mirad a Carolina en aquella esquina llorando a moco tendido y a Rubén y a Jorge pensando en cómo escapar de este infierno, o a Ramón metiéndose toda su droga en un desesperado intento por no sentir nada. Esta es vuestra noche damas y caballeros, no se evadan en vanos delirios de falsa esperanza y disfrútenla como mejor les plazca con la conciencia de que será la última. Haced realidad vuestros auténticos deseos en este sótano que ha perdido toda su magia de ensueño; llenadlo con vuestras esperanzas y opiniones repletas de contenido puro, sin contaminar por el prejuicio de la invisible observación social masiva. Esta no es la primera pesadilla que hago realidad, ni será la última. Todos me veréis como a un asesino desalmado, cómo a un embrutecido criminal loco y psicópata, y la cuestión es que valorareis ese conjunto de impresiones sobre mí como malvado y cruel. Yo en cambio como buen psicópata que soy tengo mi propia moral libre, y en esa moral el asesino desalmado loco y psicópata lleva la etiqueta de bueno y educado. Estoy educando al mundo con una acción bien simple: reflejaros en mí. Soy un espejo auténtico que no os refleja pulidos, guapos, normales y buenas personas, sino que os ofrece la perspectiva rugosa e imperfecta, la perspectiva total de lo que sois. Soy el reflejo de vuestra parte oscura, de lo que vosotros no queréis ver en vosotros mismos. Soy la imagen de vuestro odio y vuestra corrupción con un alma de profesor y pájaro. Miradme bien joder, miradme y en cada una de mis cicatrices veréis un pedacito de vosotros mismos. Dejad de lloriquear y haced realidad vuestro único deseo autentico en estos momentos: sobrevivid. Soy una auténtica bomba de relojería que va a explotar de un momento a otro como no hagáis algo. Sois unos seres patéticos, cerca de 200 sujetos racionales y voluptuosos y no sois capaces de correr todos hacia mí y matarme para escapar por culpa de unas cabezas y unas pollas cortadas. Dad gracias que no sean las vuestras y haced algo por qué no lo sean ¿no veis en lo que el miedo os ha convertido? Llevo varios siglos vivo, haciendo mis sueños realidad y jamás una época vio a unos animales-hombres tan cobardes como vosotros ¿de veras no veis en la sociedad de hoy en día la semilla de vuestro miedo arraigada con fuerza ensombreciendo vuestras tristes vidas? ¡VENID A POR MI MALDITA SEA! ¡YO SOY LA SOCIEDAD!

Dicho esto, unos cuantos espabilados se levantaron gritando y echaron a correr hacia el monstruo de Frankenstein, que pese a la furia de su discurso seguía pálido como un muerto. Frankie levanto su arma y disparó, pero cada vez más gente se levantaba envalentonada y gritando y se cernían sobre el monstruoso ángel de la salvación. Donnie y Fry hacía tiempo que habían abandonado el tugurio y esperaban fuera con una media sonrisa mientras ocultaban los cadáveres y las pruebas de su implicación. Entonces se oyó un grito comparable a un huracán y Donnie apretó el botón de un control remoto que llevaba en la mano. En el interior de “El Castillo” Frankie sonreía mientras de los huecos de los tornillos de su cuello salía despedida esa viscosa sustancia acuosa y en un grito de triunfo saltaba en miles de pedazos matando a todos los que estaban en su interior y destrozando el edificio casi por completo. La pesadilla se había hecho finalmente realidad y la realidad finalmente se había hecho pesadilla.
Meses después Donnie y Fry vuelven al lugar descrito en los medios de comunicación como “el escenario del crimen más monstruoso y misterioso que el hombre haya visto, 247 muertos, ningún superviviente y un edificio reducido a polvo y vigas resquebrajadas.” Buscan por el parque donde el día del crimen se cometió el más atroz de los crímenes, es decir, la violación de unas niñas. Donnie gruñe emocionado cuando encuentra un pequeño trozo de masa gris y viscosa y Fry asiente con la cabeza sonriendo y dando palmas. Ambos se dicen con la mirada “Frankie está vivo” mientras cogen ese pequeño trocito de cerebro monstruoso y criminal y vuelven a su castillo en las montañas. Y como suele decirse: la pesadilla no acaba aquí.

David Álvarez García

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