Duermo en un coche.


… Calor, y algún frío. Tengo los brazos cruzados, los ojos cerrados. Creo que llevo la cuenta,
quizá veinte minutos, quizá acabe de nacer. … No va a ser de esas que ruges y te estiras, mejor
prudente en la esquina onírica. El niño grita, gira y de mi tira, déjame… Luz. Quizá pase el
tiempo, lo soñé, pasó, me miró. Música suave… desaparezco, me acuna, me arruga, es un bajo
mamá, ya llegaron todos, Because I'm happy to be sad, I want it all I want it bad, oh oh, it's
what I know. Demasiado pronto para llegar tarde, caigo de nuevo. … Seguro que hay gente a
mi… corro, mucho y muy fuerte. Este calor punzante en las piernas, llevo varios cientos de
años corriendo. Qué bien que llegué ahora, ya está todo empezado, lo más curioso es que
puedo tomar conciencia de lo que sea que ahora soy mientras ello solo lo es. Poco a poco y sin
esfuerzo o intención, el peso de todo mi ser explota sobre sí mismo, pillándome a mí en
medio. Quizá no haya llegado tan a la hora, ¿pero qué? esta muerte es más grande que
cualquiera, llaman a la puerta todos mis demás seres. Así que lleve corrido medio universo.
Dejo ceder el paso hacia delante, es menos seguro pero más afín al impulso, así será más fácil
caer, quizá en el suelo tenga al… Luz, bueno ya está, abramos los ojos. Era mentira, nada de mi
afuera tira, una rápida visión general y decidimos: tengo el cuerpo lleno de sudor frío, hace ya
tiempo que el sueño profundo se fue, ya no hay cansancio. Mis brazos cruzados han albergado
un calor capaz de acunar mi pecho hace algún tiempo, pero son fieles guardianes, por hoy,
prescindiremos de vuestro trabajo. Mi espalda está cómodamente asentada entre mis
hombros y cadera, parece que nada le pesa, no es costumbre molestarla. Mi pecho libre
ronronea dormido, dorado, colmado de calor. Mi nariz libre y pausada, mis labios cerrados,
orgullosos de las palabras que no han pronunciado, continuando así con su mensaje ajeno al
parloteo, considerador del fin total de la vibración, casi amante único del resto del mundo sin
volver a las palabras. No quiero ver, con los otros tengo ya demasiada información, es mi hora
preferida del día, la luz es roja. Sopor en el habitáculo, sonrisas que lo son antes de vagar en
busca de una boca, no necesitan represent… Hola, qué tal, que grande es, sólo puedo sonreírle
y buscarla, quizá la encuentre. Me acerco, me rodea, hablo muy suave, sé que las palabras son
mentira, me lo dijeron sus ojos, tanto brillo no es para un pobre amor que no llena su ropa, la
beso. Se me cae la piel, quizá no fuera mía. Oh, no, a ella también… yo no pedí fundirme así. Se
separa, sus ojos insultan a los míos, no debí amarlos sin llamar a la puerta, ya da igual, todo da
igual, los míos sangran, desgraciados esquivos, habéis corrido tanto para comprender ahora
que da igual lo grande que sean, no es su culpa, nosotros no queremos separarnos, antes de
eso preferimos perder todas las batallas, llegan todos otra vez, mierda, pensé en robarle otro
bes… All alone not by myself, another girl bad for my health, I've seen it all through someone
else, and I, Another girl bad for my health, la la la la la la la la, tira y mucho. Me río, siguen mis
ojos cerrados, sobran las preguntas, mi pecho se hunde, mis brazos le acompasan, abajo,
arriba, despacio, está bajando, llega, despacio sube, abajo, no lo fuerces, arriba… Se gira y me
mira. Otra vez así, yo vine a escribir y mírame, cubierto de ramas. De puentes, de gracias y
nadas llenas, de millones de zumbidos, de sin ropa y perdiendo las llaves de tu colmena. De
luna, de sol, de mal cena y gran noche, de mañanas escondidas y otra vez aquí, contando hojas
en vez de huidas y cae una. Otros ojos llorarían, pero para qué si soy un árbol. Se gira otro y
me mira. Míralo que ridículo, ahí sentado en el suelo, con sus sueños en un manto, sonriendo
al frío y yo me río. De esto que te sientes pesado y tensas algún músculo y mira tú por dónde,
un árbol sin raíces. Llegan los demás yos, que gracioso, casi lo consiguen, si mira salto y sigo
corriendo, se engancha, no era mía solo, la agarran… algo ocurre con una rama, que no corre.
Pero yo ya, yo ya no recuerdo que, y he aquí otro hombre desnudo, sin país, ni bandera, ni
carretera, ni un sueño en la cartera, unas piernas y algo por lo que correr olvidado. Pero ya
olvidé porque paré, mejor así, yo que sé. El ruido del motor siempre me acuna, no sé porqué
pero así es. Miles de explicaciones al paso, quizá sea como dormir en el regazo de una gran
máquina, quizá transforme su tradicional y sinsentido acción en algo mejor que indiferencia,
amor pausado, pero yo sueño, he soñado. Además no es sólo un sueño más en un viaje
cualquiera, no estoy solo. Quizá error, quizá no, ellos me acunan sólo con estar, sólo con ser.



Amor, pero te quedas corta palabra. Yo, acostumbrado a ser el más solo de los viajeros,
contando los carnales con los lunares, perdiendo las máscaras ante unos, muy pocos, algunos
que nunca conseguí ponerme ninguna máscara ante ellos y con los que nunca conseguiré
hacerlo. Hubo un tiempo sin pieles, luego sobrevino uno con tantas y tan férreas que casi no
me soportan las piernas, me devoraron las fieras y del suelo ensangrentado salieron las hienas.
Luego un yo valiente, de esos ridículos que a veces me acorrala y mira, saltó sobre todos y
sentencio el hecho: todos sabemos que no paramos de ocultarnos tras pieles. Y todos los yos a
disolver sus quehaceres a dormir soñando con los quereres. Y cayó la noche y luego el día y yo
seguía en pie. ¿Aprendimos algo? Algo si hombres, a morder. A desgarrarnos y volver a volver,
con un sin rostro y un sin piel, amasijo de luz y emociones, tan roto como vacío, tan lleno como
tuyo, tan esquivo como mío. Pero con ellos es diferente, el llega, me abraza todo se detiene,
ella, llega y la busco constantemente, de qué preocuparse si viví dentro, ella, pero más joven,
grita y se revuelve, grita y se revuelve, a veces se gira, ahora duerme. Y como siempre me
olvido de mirar por mí, arlequín que se sienta y se quita la careta, que le den al Abuelo, yo me
tenderé en el suelo.

Esto ya no es como antes, ya queda poco para abrir los ojos, pero no lo fuerz… ¿Y la luz? Otra
vez volver a volver, le sonrío con un “a ver”. Y no veo, huelo y siento. Miedo, mucho miedo,
muchísimo miedo. En estos casos es mejor dejarse llevar por la cruel determinación férrea de
la violencia, pero ella también está acojonada, ya no queda nada, si pienso algo más, o me
muevo o me… Y me come. Bravo, engulle. Ahora qué, maldita pregunta oxidada igual puedo
golpearla con ella. La mayor de las muertes no se preocupa porque corras, que corras sobre
ella, es como alejarse del amanecer en el país del principito, deberías huir del mundo pero
después de ella no hay más. No dice te quiero, continua girando, si se para quizá tu también lo
hagas y eso no interesa, mejor sueños de tartas con fresa, colores de azucenas y alacenas
llenas, regazos, sexos, sudor, cualquier cosa que te haga olvidarla y recordar que hay algo
fuera de su estómago. Giro con ella, de todas maneras ella me comió y no me parece bien
desperdiciar el papel que me ofrece de cena. ¿Duele? o dolía, mordió primero lo que se movía,
mi corazón. Me estiro a gusto, con apariencia desesperada, una vez soñé arráncame sin querer
un brazo al forzarlo estirando, pero ahora, aquí eso igual va dando. Palabras que dije, se
arrinconan en el balcón de mis labios, se miden entre ellas, ninguna soportaría ser la última.
Ahora todos mis gestos saludan desde mi cuerpo, sabedores de mi incondicional complicidad,
son mis niños queridos, caprichos no les van a faltar. Vamos, se están retrasando, tic tac. Pero
bueno, no llegan todavía. Medio corazón se arruga, ¿y si no es un sueño?, el otro medio se ríe,
si este se preocupa, no hemos salido del pecho, y esto es así, yo le reconozco, tranquilo se es
digerido mejor. De todas, quizá no llegan porque no tienen puerta en la que esperar afuera, o
llamar a la desesperada pensando mi huida guiada. Me estiro, no puede ser la muerte tan
larga… Luz, a raudales, luz, blanca, luz, amarilla y dorada. Calor que ahí estuvo, frescor que
ruge desde esta increíble ventana. Pero Sol, ¿Cómo así un domingo? Luz. Y el suelo es suave,
miento, no sé cómo es el suelo, estoy sobre la cama. Sábana blanca, el edredón recogido y
arrugado al borde de la cama, dejando esta libre y despechada. Se apelotona al fondo, parecen
montañas, quizá un cordillera, con un rio, tendrá cascadas, verde, naturaleza, miles de árboles,
un sol, siempre primavera, atardecer y un lunacer a la espera… Debo reconocer que me
gustaría soñar los sueños de otro, es la cama más enorme que he visto en mi vida, seguro cabe
entera toda mi manada y todas las manadas. Giro, me retuerzo, me rozo, cabeza abajo
desaparecen las montañas, oigo ruidos abajo, están por ahí pero esta es una de las grandes
mañanas, nada llegará para rasgarla. Llegan todos de golpe, todos mis yos llaman a la puerta,
la cama lo será, pero el quicio de la puerta entre burlón y servil se convierte en la puerta al
interior de un alfiler, es un giño particular, ellos lo saben, ya estaban dentro, en la cama, antes
de que yo llegara. Y otra vez todos me rodean, de nuevo, menos mal que cabemos, miro a uno,
le sonrío, uno menos. Pero no desaparece, dentro de mí se mece. Y si después alguno osó
girarse, para entonces solo no pudo, pues éramos todos uno. Y si, ese calor no me inundó
porque nunca empezó a dejar de hacerlo, no llegué a distinguir el cambio porque nunca lo
hubo, es amor eso que me entretuvo. Ahora abrazo esa gran cama, llena de olores de los míos,

llena de luz de los míos, llena de mí, prisión estallada a carcajadas, con todas las esquinas
marcadas. Y otra vez me giro cabeza arriba, y otra vez me guío por mi sonrisa y caigo en el
vergel arrinconado al fondo el calor me abra…

Frena el coche en un cruce, yo abro los ojos, pienso que tampoco ha cambiado nada, puedo
seguir ausente. -Te ha venido bien la soñada; -…; Respondo sin palabras, estirándome casi de
forma apresurada con una gran sonrisa en mi relajada y pesada cara.

Quizá ahora no,
pero yo lo sé,
que él me lo dijo,
que le gusta jugar
con todo lo que soy,
con las reglas de todo saltar
a la comba, donde voy
crea dragones que miran
como si mis yos les debieran
algo más que sus vidas,
mis mil vidas y huidas.

Y estos dragones con sus escamas
son esquinas de las camas,
los fortuitos encuentros
antes y después de perder,
antes y después de encontrar
los miles de yos que quieren torcer,
los miles de yos y sus remotos
puertos, marineros de esto
y aquello, amantes de la luz,
prisioneros de, de tu pecho su cruz,
nazarenos de lo impío,
rufianes, cabrones sin sentido,
amores dorados y huidizos,
tuyos contigo, míos
conmigo.

Y cae la noche
y yo le sonrío ojeroso,
el tiempo corre y él lo sabe,
yo lo sé, debo ser suyo,
pero yo elijo, ya no
pregunto.

Carlos Esteban González

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